viernes, 24 de febrero de 2012

UN PASEO POR EL CABO DE LAS HUERTAS



Situado al Nordeste de la ciudad de Alicante, entre las Playas de La Albufereta y la de San Juan, es un paraje destacado de la geografía alicantina. Las huertas que antaño le dieron nombre, hoy han desaparecido y buena parte de su superficie está construida. Únicamente algunas zonas protegidas y la línea de costa (si bien, no toda) recuerdan todavía cómo era este paraje.
                                                                                                                           
 
La Playa de la Almadraba bajo un cielo tormentoso

Iniciamos nuestro recorrido en la Playa de La Albufereta donde, una vez más, maquinaria de obras andan removiendo la arena, tratando de arreglar los desperfectos de las avalanchas de agua que bajaron por el barranco en las últimas lluvias.

Antes de llegar a la Playa de La Almadraba, encontraremos restos de la explotación pesquera de los tiempos de la ocupación romana. Recordemos que el yacimiento de Lucentum está muy próximo de aquí.
En La Almadraba podemos ver la arena de pésima calidad (tamaño de grano enorme) que se vertió en esta playa allí hace poco en una actuación de regeneración pésima.
Vista al anochecer desde la Playa de la Almadraba

Enseguida nos encontramos la enorme explanación que pretendía ser el arranque del complejo del puerto deportivo de Puertoamor, paralizado a principios de la década de los ochenta. El corte del flujo de agua marina que crea esta obra influye en las calidades de aguas y arenas de los alrededores. Desde este punto tenemos una excelente vista de la Bahía de Alicante, cerrada al sur por el Cabo de Santa Pola y la Isla de Tabarca.

Tomamos un sendero que sale a la izquierda (pegado a un muro de ladrillo del centro de disminuidos psíquicos) y que se interna brevemente entre espesos matorrales. En las laderas encontramos muchas especies vegetales como el Asterisco (Asteriscus maritimus), los Gamones (Asphodelus sp.) o la Palmarina (Thymalea hirsuta). Vemos cómo algunas construcciones se encuentran casi en la misma línea de costa y pronto llegamos a la Cala de los Judíos.
Construcciones y la línea de costa
Dormilones o Agrets (Oxalis pes-caprae)

En una roca, frente a la pequeña cala, es fácil ver algunas aves marinas como el Cormorán Grande (Phalacrocorax carbo) y la Gaviota de Audouin (Larus audouinii) descansando y tomando el sol, siempre que no haya demasiada gente en la zona. La Garceta Común (Egretta garcetta) estará pescando en algún tramo tranquilo o pasará en vuelo siguiendo la costa.


 
Euforbia, Asterisco y Palmarina.

Seguimos hacia Cala Cantalar y podemos observar los efectos ambientales naturales sobre el terreno. El suelo del Cabo de las Huertas está formado por areniscas del Mioceno Superior (de hace entre 11 y 6 millones de años) que en algunos puntos pueden aparecer bajo rocas más recientes, formadas por microconglomerados muy ricos en fragmentos de fósiles, aportados por playas y dunas fósiles del Cuaternario, de unos 100.000 años de antigüedad.

La naturaleza carbonatada de las rocas hace que, en los puntos de contacto con el mar, se presenten formaciones kársticas, como microdolinas (o kamenitzas), una serie de pequeñas depresiones circulares en la roca, o el lapiaz, que crea en las rocas múltiples acanaladuras y crestas afiladas.

Microdolina o kamenitza 
 
Cormoranes Grandes tomando el sol en la Cala de los Judíos
 
Garceta Común

Si la orilla está formada por rocas de cierta altura, observaremos cómo el oleaje ha ido creando socavaduras en la línea de rompiente. En la misma orilla, pero más alejadas del mar, podemos encontrar otras socavaduras de mayor tamaño, motivadas por la fuerte erosión que provoca el agua marina y el viento y que recuerdan a las olas, con la cresta mirando al mar. Si nos fijamos, veremos diversos fósiles.


El oleaje constituye un elemento erosionador muy potente, formando socavaduras por la parte inferior de las rocas de la costa

En primer término, fósil de Clypeaster, un gran erizo marino cuya máxima expansión se produjo hace 10 millones de años

Fragmentos fósiles de Clypeaster.

Cala Cantalar está ocupada en parte por la ¿última? urbanización que se construyó en las cercanías del mar.

Cala Cantalar

Justo al rebasar Cala Cantalar, la ladera que encontramos frente a nosotros es una Microrreserva de Flora, espacio protegido de 1,2 ha. para la conservación de especies vegetales de interés. En este caso, la “Micro” del Cabo de las Huertas, tiene como especie principal al Limonium furfuraceu o Siempreviva alicantina, una planta de hasta medio metro de altura, que se desarrolla en suelos pobres y salinos y que en todo el mundo, sólo crece en nuestra provincia.

Limonium furfuraceu

A finales del invierno podemos encontrar muchas plantas ya en flor 
Moricandia arvensis y Cistus sp.

En esta zona, con un poco de suerte, podemos ver un ave totalmente negra a excepción de parte de la cola, que es blanca. Es la Collalba Negra (Oenanthe leucura) una especie frecuente en zonas pedregosas y secas y cuya población europea está disminuyendo, a pesar de estar protegida y englobada en los niveles de mayor protección. Su canto nos llegará desde lo alto de alguna roca u otro punto destacado.

Bajo la bota, en sentido vertical, un resto fósil de una bioturbación

Comparte este territorio con otras aves terrestres como Verdecillos (Serinus serinus), Verderones (Carduelis chloris) o Jilgueros (Carduelis carduelis), a los que añaden las numerosas Tórtolas Turcas (Streptopelia decaocto), éstas más frecuentes en las zonas urbanizadas. Algún Conejo de Monte (Oryctologus cuniculus) se refugia por aquí, aunque son menos frecuentes en los últimos años.

En las orillas podemos ver aves limícolas como algunos Correlimos Tridáctilos (Calidris alba) o los Chorlitejos Patinegros (Charadrius alexandrinus) correteando por la arena. En invierno, los Vuelvepiedras (Arenaria interpres) hacen lo que indica su nombre, buscar alimento bajo los cantos de la orilla, la misma actividad que desarrolla, con su larguísimo pico, el Zarapito Trinador (Numenius phaeopus). Algo parecido a un rayo azulado será lo que muchas veces podamos ver del veloz vuelo del Martín Pescador (Alcedo atthis) que busca pequeños pececillos en las zonas de aguas más mansas, para atraparlos con su pico, que usa como arpón.

La siguiente cala que nos encontramos es Cala Palmera, desde donde ya podemos ver el faro. Al lado de tierra, vemos que el suelo se levanta en vertical, formando microacantilados erosionados, de diferentes alturas y extensiones.

Fotografía nocturna de Cala Palmera. La luz de la izquierda es el faro del Cabo de las Huertas. La de la derecha corresponde a la Luna. 
 
El oleaje, con mayor o menor fuerza, bate la orilla continuamente

En ladera podemos observar cómo la erosión ha formado una serie de grandes oquedades llamadas “tafonis” por los geólogos. A una escala mucho menor, podemos ver en algunos puntos, los efectos del viento sobre los materiales que componen estas lomas, antiguas dunas.


Socavaduras o tafonis en Cala Cantalar 
Antigua cantera y búnker. 
 
Erosión alveolar, causada por el viento. El faro asoma por arriba.

Al llegar al faro, nos encontramos con que la orilla tiene una curiosa forma dentada, también causada por el ambiente agresivo. Como los materiales que forman el suelo son diferentes, resisten mejor o peor a la erosión, creando entrantes de materiales más duros, mientras que los más blandos, han retrocedido.
 
Zona del faro con formaciones producidas por la erosión
Efectos erosivos en la costa

Esta zona es muy buena para observar aves marinas como Alcatraces Atlánticos (Morus bassanus), diferentes gaviotas, Charranes Patinegros (Sterna sandvicensis) y Charranes Comunes (Sterna hirundo) así como nuestra ave marina más amenazada, la Pardela Balear (Puffinus mauretanicus). También, con suerte, es posible avistar delfines.

Alcatraz Atlántico
Gaviotas de Audouin 
Charrán Común 
Vuelvepiedras buscando alimento en los encharcamientos de agua marina.
Gaviota Patiamarilla (Larus michahellis) en la Cala de los Judíos. El ave estaba intoxicada. 

Además, desde aquí, podemos disfrutar de una buena panorámica de la Playa de San Juan y de muchas de las montañas alicantinas, culminando al Este con Sierra Helada y la Isla de Benidorm.


 
Ornitólogos censando aves marinas desde el Cabo de las Huertas. Al fondo (de izda. a dcha.) se ve: Cabeçó d’Or, Aitana (nevada), Puig Campana y Bernia.
 
Detalle del faro.

Este paraje, a pesar del alto grado de urbanización, mantiene un notable valor paisajístico, biológico y geológico. Esperemos que se mantenga así para las futuras generaciones, libre de “adecuaciones ambientales” que suponen realmente sumergirlo todo en metros de hormigón y asfalto.

Contraluz al atardecer desde el Cabo de las Huertas



3 comentarios:

  1. Hola, Elías:

    Completísimo artículo sobre vuestra costa, me ha parecido muy interesante. Gracias por el esfuerzo que ha debido suponer. También por la combinación de foto documental y descriptiva, con otras donde has buscado la belleza del paisaje.
    Saludos desde Mallorca.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Muchas gracias por tu comentario, Juan. Y espero merecer alguno más.
      Saludos para la gente de nuestra otra orilla.

      Eliminar
  2. Muchas gracias, Elías. Me ha gustado mucho.

    ResponderEliminar