El plumaje de las aves tiene
diversas funciones, no solo la de dotar al pájaro de una forma aerodinámica
favorable que permita el vuelo. Entre otras funciones, las plumas actúan como
barrera protectora frente a la radiación solar, ayudan a la termorregulación,
juegan un papel fundamental en el camuflaje y la comunicación con sus
conespecíficos y en casos concretos, llegan hasta ayudar en la flotabilidad y
la impermeabilidad de las especies acuáticas. Es por tanto de vital importancia
para los individuos el mantener su plumaje en las mejores condiciones
posibles y esa es la función que tiene la muda.
La muda es un proceso natural
por el cual el ave renueva sus plumas. De manera general, la muda puede ser
completa o parcial, afectando a todas o una parte de las plumas del ejemplar.
Examinando la muda alar de un mirlo común.
Ala de jilguero.
En el caso de la muda completa
(muda que tratamos en esta entrada), se produce un reemplazo total de todo el
plumaje del ave, tanto de las plumas corporales, como de las plumas de vuelo
(rémiges y rectrices).
Esta muda sigue una secuencia
muy estereotipada en todos los paseriformes europeos, a excepción
del papamoscas gris (Muscicapa striata) (que la realiza al revés).
Diferencias en el plumaje de un adulto y un joven de zorzal común.
Petirrojo con las plumas de las alas muy dañadas. Algo ha ocurrido.
Algunos plumajes son más complicados de examinar como el del torcecuello euroasiático.
Examinando el ala de una urraca.
Con el fin mostrar de forma sencilla cuál es esa secuencia, Jana Marco y yo preparamos unos materiales que os mostramos aquí.
Por un lado, con las imágenes
de la secuencia de muda confeccionamos un PDF,
añadiendo indicaciones en los momentos más destacados del proceso.
A ese material le dimos “vida”
llevándolo a un video donde se puede
ver de forma animada la secuencia. En el PDF aparece un código QR que te lleva
a él con solo enfocarlo con la cámara de tú móvil. También, más abajo, tienes el enlace directo a YouTube con solo hacer click o verlo dándole al play de la imagen.
Y para que llegue a todos de
forma más cómoda, tanto el PDF como el vídeo está en tres idiomas: castellano,
valenciano e inglés.
PD:
Puede ser útil también consultar el Manual para el anillamiento científico de
aves(https://www.miteco.gob.es/es/biodiversidad/temas/inventarios-nacionales/manual_anillador_tcm30-200261.pdf)
La pandemia del Covid-19 ha
alterado notablemente las costumbres de los ciudadanos, desde las actividades
laborales y económicas a las de movilidad y esparcimiento y, desgraciadamente y
lo que es más grave, ha supuesto problemas de salud y fallecimientos.
Los aficionados a la
ornitología que suelen salir a ver aves a otros sitios que no son su lugar de
residencia, se han visto forzados a continuar con su afición desde las ventanas
de sus casas a causa de las medidas de confinamiento puestas en marcha para
frenar la pandemia. Al poco de ponerse en vigor, ya fueron apareciendo citas de
aves en diversas redes sociales. Por ejemplo, en Facebook se creó un grupo (Aves
desde casa-Covid-19) que ya cuenta con más de mil cien miembros que van
compartiendo las observaciones que hacen desde sus casas.
Águila pescadora, una de las especies que no me esperaba ver desde casa.
Está
todo lleno de aves
Los primeros sorprendidos de
las aves que pueden observarse en pijama desde casa hemos sido los propios ornitólogos.
Muchas veces, a estas aves más próximas, no les hemos dedicado la atención
necesaria y nunca habíamos tenido (desgraciadamente) tanto tiempo para poder
hacerlo como ahora.
Cernícalo vulgar.
Urraca a lo trepador azul.
Paloma torcaz.
Además de su lado más lúdico,
se trata de una actividad de participación en ciencia ciudadana, al remitirse
esos datos a bases globales de observaciones como la de eBird, donde
posteriormente pueden ser analizados y buscando tendencias, fenología, etc.
Curruca cabecinegra.
Tórtola turca.
Muchas aves aprovechan para hacer o reformar sus nidos.
También han influido otros
factores en el hecho de que esas observaciones sean tan extensas. Por un lado,
en estas fechas estamos en plena migración prenupcial de las aves, con lo que
hay más movimientos.
La mitad aproximadamente de
las más de 12.000 especies que se han descubierto en el mundo realizan desplazamientos
migratorios en busca de regiones geográficas cuyas condiciones climatológicas
sean más favorables. Para esos viajes (algunos de varios miles de kilómetros),
las aves utilizan anualmente unos “pasillos aéreos” en los que necesitan
disponer de puntos seguros para alimentarse y descansar entre etapas. Las aves
no entienden de fronteras y vuelan en esas rutas sobre mares, campos, montañas…
y ciudades.
Mosquitero común.
Los tres vencejos (común, pálido y real) se han dejado ver, siendo los pálidos los más abundantes.
Esta vigilancia más continúa me ha permitido percibir algunos detalles
muy curiosos como el bailede unalavandera blanca ante otro ejemplar al borde de la piscina, baile al que he
llamado el Lavanderas Style. Puedes verlo en:
También he podido confirmar la
sospecha de que las urracasesconden comida para aprovecharla más
adelante. Ya las había visto muchas veces haciendo algo en los troncos de las
palmeras pero no sabía con seguridad si buscaban comida o la escondían. Ha sido
esto último. Puedes comprobar cómo lo hace con un cacahuete en este video:
También he observado, por
primera vez desde mi casa, un grupo de ¡4
delfines mulares!
A
veces oigo pájaros
También la forzada inactividad
humana en las ciudades ha reducido al mínimo los ruidos y eso permite escuchar
los cantos de las aves con más claridad y a mayor distancia. Los ornitólogos podemos
identificar ahora mucho mejor los sonidos que emiten las aves, con lo que su
detección aumenta considerablemente.
Petirrojo, fiel a primeras horas con su canto y presencia.
Serín verdecillo.
Lavandera blanca.
Además, muchos ornitólogos
aprovechan para grabar durante la noche (aún hay menos ruidos), incluso con
simples teléfonos móviles, el canto de las aves que pasan volando en sus
desplazamientos o que se muestran activas en las hora nocturnas, con lo que con
esta técnica, a la que se ha bautizado como NocMig, se puede
descubrir su presencia incluso cuando dormimos. Para empezar un móvil o
cualquier otro equipo que grabe (una tablet, por ejemplo) y un programa tipo Audacity es suficiente. Para ayudar a la
identificación podemos usar BirdNet y
Xeno-canto.
He hecho alguna prueba y
parece que es un campo muy interesante, aunque me asusta poder acabar
convirtiéndome en un ornitólogo 24 horas.
Hay que seguir haciendo
grabaciones hasta conseguir optimizarlas.
La abubilla me está costando mucho de fotografiar.
Maratón
de 0 kilómetros
Además del registro de las
observaciones en Facebook, el 18 y 19 de abril se celebró el Maratón
Ornitológico que SEO/BirdLife viene organizando desde hace 20 años. En esta ocasión,
el maratón ha sido solo desde nuestrascasas
pero con un buen número de participantes. Se han apuntado 1.218 participantes repartidos en 736 lugares. Un éxito.
Como había que ponerle nombre al equipo a pesar de que se componía de una persona (yo), le llamé El Balcón Milenario.
Una nueva forma de pajarear.
Como ya estaba registrando las
citas del balconbirding, he subido
las de esas fechas a la plataforma donde se van contabilizar las observaciones
de todos los participantes. En total he anotado 30 especies en el maratón.
Hasta ahora, desde que comenzó
el confinamiento he observado 43
especies.
Pero las aves (y otros
animales) también han modificado su conducta en esta repentina nueva situación
de la “desaparición” de los humanos, ocupando más los espacios en las ciudades,
especialmente parques, jardines o playas. Para algunas especies (las más
urbanas, como los gorriones comunes) puede haberse vuelto algo más complicado
encontrar comida al haber desaparecido los desperdicios dejados por el hombre y
a los que estaban acostumbrados, pero es probable que, a cambio, estén buscando
otras formas de alimentarse en lugares donde antes no podían hacerlo.
Gaviota patiamarilla dándose un bañito en la piscina.
Cuando podamos, los
ornitólogos visitaremos rápidamente nuestros lugares preferidos de “pajareo”
pero nadie olvidará esta situación creada por la pandemia de Covid-19.
Pues será porque estoy metido
en casa pero después de la anterior entrada de hasta
el infinito y más allá, aquí va otra a colación de la súper Luna de anoche y del paso visible
(por los pelos, más bien: por las nubes) de la Estación Espacial
Internacional (ISS).
La Luna estaba en su máximo
perigeo y ofrecía una imagen ligeramente mayor y más brillante que en otras
ocasiones. En concreto, su tamaño aparente era aproximadamente un 7% mayor y el
brillo sobre un 15% más.
Con el confitamiento, me tuve que conformar con verla desde casa y
siguiendo la ley de Murphy (la única inamovible y cierta) salió por detrás de
un edificio pero aún pude ver parte del inicio.
Sale la Luna. Los vencejos (y los edificios) se recortan sobre ella.
Minutos después asomaba por
encima del mismo edificio y pude hacer algunas fotos más.
Las nubes empiezan a taparla.
Todo eso daba inicio minutos
antes de las ocho de la tarde y una hora después el cielo estaba más cubierto
de nubes (aplicación también de la ley de Murphy) pero aun así se pudo ver bastante bien el
paso de la ISS.
En ese puntito luminoso (en la foto es un trazo) viajan los
componentes de la Expedición 62 Oleg Skripochka, de la agencia espacial rusa
Roscosmos y los ingenieros de vuelo de la NASA Andrew Morgan y Jessica Meir. Mañana,
día 9, está previsto el lanzamiento de una nave Soyuz MS-16 desde el cosmódromo
de Baikonur (Kazajstán) con el relevo compuesto por Chris Cassidy (NASA), y
Anatoly Ivanishin e Ivan Vagner (Roscosmos).
A pesar del confinamiento,
siempre podemos mirar mucho más allá y seguir descubriendo y aprendiendo.
Llevamos ya varias semanas de
confinamiento para evitar la propagación del virus covid-19. Cada uno lo
asimila a su manera, unos mal y otros peor, pero los importantes resultados que
se esperaban de esta reclusión parecen estar dando sus frutos.
Estar encerrados en casa nos
puede parecer duro. Y eso que tenemos para empezar casa, luego alimentos
(podemos ir a los abastecidos supermercados y tiendas), agua (la eficaz gestión
de este elemento es vital y está siéndolo), sanidad si la necesitamos (pública
principalmente), medicinas, electricidad, gas, teléfono, internet, televisión, radio,
prensa… Estamos en casa pero tenemos todas las necesidades vitales cubiertas.
Y sabemos que, a pesar desgraciadamente
de los muertos y enfermos, vamos ganando
la guerra.
Desde que empezó el confinamiento, estoy haciendo una viñeta sobre el tema y que subo a mis redes sociales y también envío a algunos amigos. Esta es la de ayer.
Confinados, pero menos, si nos ponemos en perspectiva.
Somos una especie recluida en
un planeta y lo hemos estado desde siempre. A pesar de eso, no cuidamos esta casa perdida en una galaxia como otras miles. Apenas 12 seres humanos han puesto sus pies en otro cuerpo celeste: la docena de astronautas que
pisaron la Luna en las 6 misiones del programa Apolo. Y eso que estuvieron un poco más de 80 horas sobre nuestro
satélite natural que se encuentra a aproximadamente 384.500 km, nada, "ahí al ladito" si nos referimos a distancias espaciales.
Puntos de alunizaje de la misión Apolo.
Nuestros artefactos no
tripulados han llegado mucho más lejos en esa escala aunque a nosotros nos los parezca. Las sondas Voyager 1 y 2 están más
allá del Sistema Solar, a 148,471 UA* y 148,876 UA*. Y siguen viajando en un
prodigio de la tecnología. Sí, pero de la que existía en el año 1977 (¡hace 43
años!) cuando fueron lanzadas.
Sonda Voyager. NASA
Precisamente, la Voyager 1, nos permitió ver nuestro planeta, todo lo que es nuestro mundo, a una distancia tan lejana que, como dijo Carl Sagan, apenas éramos "un pequeño punto azul pálido". Después, otras sondas (como la Cassini) nos han remitido otras fotos en las que seguimos comprobando que todo lo que nos permite vivir es un ínfimo puntito perdido en el universo.
La Tierra es el pequeño punto azul pálido que aparece más destacado, a la derecha, sobre los anillos de Saturno que aparecen más definidos y cortados a la derecha. Imagen de la sonda Cassini, obtenida el 15 de septiembre de 2006, a 2,1 millones de km de Saturno. NASA.
No cabe duda: estamos
esperando el poder volver a salir de casa y disfrutar de la naturaleza. Ahí
afuera bulle la primavera y nos tenemos que conformar (por ahora) con verla desde la ventana. Por responsabilidad hacia nosotros y hacia los demás, para
frenar al puñetero virus.
Pero vamos ganándole.
Pisaremos las calles
nuevamente, como canta Pablo Milanés.
(*) UA. Unidad astronómica.
Equivale a la distancia entre el Sol y la Tierra, es decir, unos 149.597.870,7
km. Multiplicando la distancia recorrida por la Voyager 1 actualmente, sale la
bonita cifra de 22.210.945.460,69 km, o 57.766 veces la distancia entre la
Tierra y la Luna. Casi ná. Las fotos de la NASA son de libre uso https://www.flickr.com/photos/nasacommons/