miércoles, 30 de abril de 2014

NO ES UNA CRISIS, ES UNA ESTAFA




Esta foto es especial. Y lo es por motivos muy profundos que todavía se revuelven en mi interior al verla. Una persona arrastrada por una sociedad cuyo gobierno ha destinado toneladas de euros para salvar a la banca de una crisis que la propia banca creó, vaciando para ello las arcas que iban destinadas a sanidad, educación, cultura, ayuda social y cualquier otra pata de ese ya espejismo que fue el “estado del bienestar” y al que parece que se nos niega el derecho a disfrutar. Una persona “invisible”, con todo su mundo y posesiones encima, metidas en un carrito de la compra y un par de bolsas, sentada bajo el cartel de una entidad bancaria que publicita “planes de futuro”, una cruel ironía, planes y futuro que el mismo sistema bancario se ha encargado de destruir, desahuciando familias sin recordar que en el mundo hay niños que diría Serrat en Algo personal, apretando, ahogando y asfixiando a pequeños empresarios, zancadilleando e inmovilizando a emprendedores, arrojando a las fauces de la pobreza a muchos ciudadanos, arrasando sin escrúpulo alguno lo que tanto esfuerzo y tiempo costó de conseguir.

La hice con el móvil, “robándola” y sigo pensando hoy si hice lo correcto en ese momento. Había conseguido la imagen (publicada pixelada para salvaguardar la intimidad) pero estuve a punto de borrarla. Era una imagen de denuncia, de poner en un mismo plano a víctima y verdugo, con un tinte de cruel ironía. Pensé entonces que debía algo a aquella señora, aunque no hubiera hecho la foto o no la publicara. Fui a buscarla y pasé por un establecimiento de comidas para llevar. Le podía, al menos, resolver la comida de ese día. Gastar aquellos euros estaría más que justificado. Era lo mínimo, la más pequeña ayuda que podía hacer. Pero la señora ya no estaba allí. Paseé un poco por la zona en su busca, pero solo vi personas que iban de una tienda a otra, atraídas por rótulos, lucecitas y el símbolo de la moneda de esta Unión Europea que lo es solo en lo económico (y para unas más naciones que para otras, qué os puedo decir que no sepáis o sufráis) y olvida a la sociedad, a los ciudadanos, a las personas. Lo que se podía ver por todos los lados eran muchos logotipos de bancos y cajas que te decían machaconamente y en grandes letras: “gasta, consume, compra, paga y, para todo lo demás, a mi no vengas a pedirme ayuda”.

Me sentí frustrado. La sociedad le debe una vida digna a ella y a miles de personas más. Nos la debe a todos. Yo sé que le debo una comida. Si cuando la vuelva a encontrar, sigue en la misma situación, satisfaré mi deuda.

Mientras, sigo sintiendo vértigo al ver la foto. Y saldada la deuda, estoy seguro que seguiré igual.


No sé qué te ocurrirá a ti.




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