...No creo que un cometa sea simplemente un fuego repentino, sino que forma parte de las obras eternas de la naturaleza. (Séneca).
De las ocasiones posibles, un
día nubes, otro una capa de polvo sahariano en suspensión, otro día más nubes y
el peor día, al cuarto intento, en la noche que había Luna llena, pudimos verlo.
El cometa C/2023 A3
Tsuchinshan-ATLAS (vaya nombre) apareció después de esquivar varias nubes.
Costaba verlo a simple vista por la intensidad del brillo de la Luna y por la
contaminación lumínica de la comarca de l’Alacantí pero ahí estaba, con su
núcleo y cola. El núcleo está compuesto de polvo, roca y hielo y la cola se
forma por sublimación del núcleo al aproximarse al Sol. Aproximarse hablando en
términos astronómicos, claro.
Este cometa proviene de la
Nube de Oort, a una distancia de entre 50.000 y 100.000 Unidades Astronómicas
(1 UA=distancia entre la Tierra y el Sol=149.597.870.700 metros, aprox. 150
millones de kilómetros). Su viaje al sistema solar de ida y vuelta (si no se
desintegra), tiene un tiempo de retorno de unos 80.000 años. Vamos, que para la
próxima vez que pase no es seguro que estemos por aquí.
Otros cometas provienen del
Cinturón de Kuiper, más allá de Neptuno.
Vengan de donde vengan, son un precioso espectáculo astronómico en nuestros cielos.
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