A la tercera va la vencida
reza el dicho y así ha sido. En la tercera visita pude observar al alzacola rojizo en una de sus áreas
“tradicionales” de Alicante: el Bec de l'Àguila. Fue una visión rápida pero compensó las horas de
calor pasadas. Ni una sola foto pude hacerle, de hecho la que abre esta entrada es del año pasado. El alzacola experimenta una regresión
poblacional muy acusada en nuestro país (al menos desde la década de los 70 del
siglo pasado) que lo ha puesto en una situación de alto riesgo de extinción en
España. Se estima una reducción de la población de casi un 50% en los últimos años.
En los tres recorridos he ido encontrado otra fauna. Entre las aves destaca la observación de una curruca mirlona moviéndose en unos arbustos. Las collalbas rubias resultan relativamente fáciles de observar y los machos realizan conductas de distracción para alejar de los nidos a los visitantes mientras que las hembras permanecen vigilantes, alguna llevando la ceba el pico. Sus “primas”, las collalbas negras prefieren las zonas más rocosas y despejadas como el roquero solitario, que destella su azul metálico al sol.
El críalo europeo se mueve nervioso en lo alto de un pino y lejano
suena brevemente un cuco común entre
los cantos continuos de las cogujadas
montesinas. También algún alcaraván
común emite su característico sonido y vuelan algunas tórtolas comunes, cada vez más raras.
También abundan los insectos
en este paisaje semiárido. Las libélulas Sympetrum fonscolombii están muy
activas y solo un ejemplar me deja hacerle algunas fotos aunque lo cierto es
que puedo recrearme en esa ocasión. Sobre los florecidos cantuesos hay varias Zygaena
lavandulae. También varias especies de mariposas se dejan ver en vuelo
y, más raramente, posadas.
Habrá que confiar en que el
año que viene el alzacola volverá a su cita anual.
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