jueves, 20 de diciembre de 2018

¡MOSQUIS! ¡DOS PAPAMOSQUIS!

  
El parque La Marjal no deja de darnos sorpresas. No solo son las especies (y el número de ejemplares) que estamos anillando allí o las 87 especies que hemos registrado hasta ahora, también es que aparecen aves que “no debían” estar allí en estas fechas ya invernales.

El pasado día 19 estuve dando pajareando por allí (otra vez) y la visita comenzó con la observación de un estupendo conejo de monte. Sí, allí estaba, mordisqueando la hierba tan feliz. Los colirrojos tizones siguen apareciendo por doquier. Los petirrojos también son abundantes y un grupito de unos 15 verdecillos se mueve entre continuos trinos y alguno de ellos ya va realizando vuelos a “lo murciélago”.

Colirrojo tizón.



Sí, lo sé, ooootrooo coli pero es que son tan bonitos...

"Eeeh... ¿qué hay de nuevo, viejo?"

Verdecillo.

Un par de zorzales comunes pasan volando sobre los árboles mientras que otros tantos cernícalos vulgares van persiguiéndose en vuelo, mientras en el estanque no dejan de escucharse las fochas y gallinetas. Un veloz martín pescador cruza la lámina de agua como una bala azul y desaparece en la vegetación, después de asustar por su inesperado paso a otras aves. Los zampullines comunes continúan flotando como corchos, imperturbables por el paso de la flecha azul.

Zampullín común.

Por el suelo se mueven varias lavanderas blancas muy poco sociables con sus congéneres (y con otras aves en general) y unas abubillas pasan la tarde picoteando y levantando hojas del suelo en busca de la merienda con su largo y curvo pico. Solo se detienen para levantar la cabeza y estirar la cresta, como si estuvieran enfadadas.

Lavandera blanca.

Las currucas cabecinegras se mueven entre la vegetación con ese aire ratonil tan peculiar. Las hembras de las currucas capirotadas se dejan ver con el ocre del capirote resplandeciendo por la saturada luz del casi último atardecer otoñal del año.
Un sonido de centenares de aleteos sincronizados llena el aire. No menos de mil estorninos pasan por encima del parque y alrededores, camino de su dormidero. Es un espectáculo.

Currucas cabecinegras.

Estorninos.

Pinzón vulgar

La sorpresa (¡mosquis!) aparece al estar siguiendo con los prismáticos a unos pinzones vulgares. En el árbol de al lado hay un papamoscas gris. ¿Pero qué hace un pájaro cómo tú aquí en un mes cómo este? Pues hay dos. Se supone que deberían estar en África, ya que es una especie que solo aparece en nuestra zona en la época reproductora. Estos no se han enterado o son muy vagos para irse tan lejos. “Total, si aquí no hace frío”, deben pensar, “y este parque mola mucho”.

Papamoscas gris.


Y tanto que es así.





Libres.
Sin miedo.
Y, si queremos, volar hasta llegar a la Luna.
Sin miedo.

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