Visita a El Hondo en la mañana del sábado 11. Negros nubarrones van dejando chaparrones por la provincia y cuando llego hacía minutos que había descargado la lluvia. Pero la app del móvil indica que los aguaceros van llegando desde la mar de forma un tanto impredecible.
Cuando estoy mirando a las aves próximas al centro de
interpretación, la situación cambia de cuatro gotas a algo más y vuelvo al
coche a por el paraguas, después haber visto mis primeras dos golondrinas dáuricas de la temporada,
que volaban junto a decenas y decenas de aviones
roqueros.
Como es sabido, el paraguas es
un objeto que cuando lo llevas, no llueve. Eso sí, no te lo dejes fuera de tu alcance, que te cae el diluvio. Así fue, solo llovió cuando ya me iba para casa.
Muchas agachadizas comunes se dejan ver, la mayoría descansando al sol,
mimetizadas entre la vegetación. Les explico a unos pajareros holandeses (en mi
inglés macarrónico) dónde tenemos una que se puede ver bien y, por suerte para
ellos, el ave decide salir a almorzar.
De todas las fochas morunas solo una lleva collar.
Por la orilla se mueven unos pocos chorlitejos
chicos y, muy próximo a ellos, un correlimos
de Temminck. Más adelante, localizo a unas agujas colinegras.
Miro un rato a los aviones
roqueros para tratar de encontrar alguna dáurica
más (o alguna golondrina común, lo que no ocurre) y doy con dos aviones comunes. También son mis
primeros de la temporada. Un martín
pescador pasa como una flecha azul y desaparece.
Un aguilucho lagunero vuela y en el lado opuesto hace lo mismo un busardo ratonero. Un cernícalo vulgar vigila desde la antena
del centro de interpretación. A la llegada, una aguililla calzada (fase clara) volaba sobre los cultivos.
La mañana es muy agradable, a
pesar de la amenaza de la lluvia, precisamente por eso no hay mucha gente y la
que hay va a pajarear.
