Mostrando entradas con la etiqueta cultura. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta cultura. Mostrar todas las entradas

lunes, 14 de julio de 2025

LIBROS PARA PAJARER@S (V)


 

Otra sugerencia más para lectura pajarera y no tan pajarera.

La propuesta esta vez es


Diez aves que cambiaron el mundo


Está escrito por de Stephen Moss, un apasionado naturalista y divulgador inglés, autor de más de 30 libros y artículos. Está editado por Salamandra (ver).

El autor nos presenta a diez especies de aves (alguna ya extinta y otras al borde del abismo) y su relación con el hombre y cómo esta afectó a la propia humanidad.

Esa interactividad, generalmente no ha sido beneficiosa para las aves, pero, de todas formas, dejaron una huella muy marcada en los humanos, a veces positiva y otra negativa, influyendo en sucesos históricos, el arte y la ciencia. Todo ello se va relatando en sus 381 páginas de forma amena y minuciosa, con muchos detalles y una amplia bibliografía de apoyo.

Con su lectura se aprenden muchas facetas de la estrecha relación entre aves y seres humanos y que los ornitólogos también hemos pasado por alto.

 

Otros libros propuestos:

¿Para qué sirven las aves?, de Antonio Sandoval (ver)

El reclamo de las aves marinas, de Adam Nicolson (ver)

Cómo hablar balleno, de Tom Mustill (ver)

Rutas en el cielo, de Rebecca Heisman (ver)



sábado, 19 de abril de 2025

«En mi garaje vive un dragón que escupe fuego por la boca».



«En mi garaje vive un dragón que escupe fuego por la boca».

Supongamos que yo le hago a usted una aseveración como esa. A lo mejor le gustaría comprobarlo, verlo usted mismo. A lo largo de los siglos ha habido innumerables historias de dragones, pero ninguna prueba real. ¡Qué oportunidad!

—Enséñemelo —me dice usted.

Yo le llevo a mi garaje. Usted mira y ve una escalera, latas de pintura vacías y un triciclo viejo, pero el dragón no está.

—¿Dónde está el dragón? —me pregunta.

—Oh, está aquí —contesto yo moviendo la mano vagamente—. Me olvidé de decir que es un dragón invisible.

Me propone que cubra de harina el suelo del garaje para que queden marcadas las huellas del dragón.

—Buena idea —replico—, pero este dragón flota en el aire.

Entonces propone usar un sensor infrarrojo para detectar el fuego invisible.

—Buena idea, pero el fuego invisible tampoco da calor.

Sugiere pintar con spray el dragón para hacerlo visible.

—Buena idea, solo que es un dragón incorpóreo y la pintura no se le pegaría.

Y así sucesivamente. Yo contrarresto cualquier prueba física que usted me propone con una explicación especial de por qué no funcionará. Ahora bien, ¿cuál es la diferencia entre un dragón invisible, incorpóreo y flotante que escupe un fuego que no quema y un dragón inexistente? Si no hay manera de refutar mi opinión, si no hay ningún experimento concebible válido contra ella, ¿qué significa decir que mi dragón existe?

Su incapacidad de invalidar mi hipótesis no equivale en absoluto a demostrar que es cierta.

Las afirmaciones que no pueden probarse, las aseveraciones inmunes a la refutación son verdaderamente inútiles, por mucho valor que puedan tener para inspirarnos o excitar nuestro sentido de maravilla.

Lo que yo le he pedido a usted que haga es que acabe aceptando, en ausencia de pruebas, lo que yo digo.

Carl Sagan.


Extraído de Wikipedia (ver).

Ilustración generada mediante Inteligencia Artificial (freepik.com)


jueves, 13 de marzo de 2025

SOFIA София MONUMENTOS Y AVES



Breve pero intenso viaje a Bulgaria, en concreto a su capital, Sofia, y al monasterio de Rila. София (Sofia en cirílico) es una ciudad de algo más de 1.200.000 habitantes que se extiende a los pies de los montes Vitosha y en la que destaca la abundancia de templos ortodoxos y edificios oficiales, muchos de la época comunista.

Estatua de Santa Sofía, de 24 m de altura y muy comentada por su poco aspecto típico de "santa".

La catedral de San Alejandro Nevski, construida en el siglo XIX, es uno de los mayores templos ortodoxos del mundo, con casi 3200 m2 y la perla de la arquitectura de Sofia.

La catedral de San Alejandro Nevski.

Con los nevados montes Vitosha al fondo. Por la mañana la temperatura estaba sobre los cero grados (ni frío ni calor jajaja) y a mediodía estábamos a 24.

También pudimos contemplar, entre otras, la catedral de Santo Domingo (Svetla Nedelya) cuyo primera construcción se remonta al siglo X o la iglesia de San Jorge (Sveti Georgi), que data del siglo IV.


Teatro nacional Ivan Vazov.

Edificio de los baños centrales de Sofia.

Fuentes públicas de agua termal (37ºC) en Sofia.

Pero Sofia es una ciudad por la que han pasado muchas culturas y prueba es que la mezquita Banya Bashi (construida durante la ocupación otomana), la sinagoga de Sofia y la catedral de San José están, como dijo el guía, “en lo que los búlgaros llamamos la plaza de la tolerancia, porque están las tres religiones a un tiro de piedra, aunque siempre hay que evitar que se tiren piedras entre ellas”.


Las cúpulas de los tres templos.
Iglesia de San Jorge, con los restos de la ciudad romana de Serdica.

Los edificios construidos en la época comunista destacan por sus enormes dimensiones y frialdad, destinadas a “empequeñecer” a quien se acercara a ellas, un truco muy utilizado por gobiernos y religiones.

Antigua sede del partido comunista, actualmente edificio administrativo del parlamento búlgaro.

Otra visita fue al monasterio de Rila, Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO, y a unos 120 km de la capital búlgara. Se trata de una gran construcción ortodoxa entre las montañas que se remonta al siglo X y que, además de su arquitectura, alberga una apabullante colección de frescos.




Si el viajero no sufre aquí el síndrome de Stendhal, estará a muy poco de ello.





A la vuelta a Sofia visitamos la pequeña iglesia de Boyana, en los montes Vitosha. Sus orígenes se remontan al siglo XI (o incluso a finales del X) con frescos del siglo XIII y posteriores. Esto, unido a su arquitectura, hizo que la UNESCO también la declarara Patrimonio de la Humanidad ya en 1979.

Pero, vamos ya al pajareo, al que le pude dedicar un rato.

Carbonero común (estaba anillado).

En Sofia hay un parque increíble, el Borisova Gradini gradina, con 3 kilómetros cuadrados de arbolado de todo tipo, lo que permite que muchas especies de aves vivan y se reproduzcan allí. Hay que visitarlo, si quieres disfrutar de un buen montón de especies, sobre todo de aves forestales y en el mismo Sofia.

Vista parcial (muy parcial) del parque.

Gorrión molinero.

Estorninos almorzando.

Corneja cenicienta.


Se pueden ver en muchos puntos de Sofia.

En el recorrido que hice pude anotar 32 especies, entre las que tuve la suerte de apuntar algunos “bimbos”. De todas las especies vistas podemos destacar: pico picapinos, pico sirio, pito euroasiático, picamaderos negro, corneja cenicienta, trepador azul y agateador euroasiático.

Pico picapinos.

Arrendajo.


Mirlo común.

Avión roquero en el monasterio de Rila.


Lavandera blanca en el mismo lugar.

Trepador azul muy interesado en ese agujero. También en el monasterio de Rila.

Con eso ya podemos hacernos una idea de la riqueza ornitológica de este parque, en que pajarear fue una delicia que en primavera o en otoño debe ser ya otro nivel más.

Habrá que tenerlo en cuenta.


Nota: Sofia es sin tilde en búlgaro, por eso aparece así aquí, excepto en el nombre de la santa.

 

https://ebird.org/checklist/S217865190
https://ebird.org/checklist/S217866074









































domingo, 27 de agosto de 2023

MIGRACIÓN, CETÁCEOS Y DOS BIMBOS


De nuevo, viaje al sur de la península, con muchas observaciones. Pasando cerca de la Sierra de María (Almería), un alimoche común pasa sobre la autovía, volando hacia el suroeste.

Al día siguiente (el 21), dos buitres negros vuelan cercanos a la carretera, no lejos de Barbate y de La Janda, peleando contra el fuerte levante que sopla.

Datos de la Fundación Migres entre el 24 de julio y el 20 de agosto.


En el observatorio del Migres (ya en Tarifa) el levante es todavía más intenso y eso hace que las grandes aves no se atrevan a pasar el Estrecho de Gibraltar. Dan vueltas en el cielo como queriendo comprobar si las condiciones mejoran y pasar a África pero es imposible.  Un ostrero euroasiático recorre la orilla mientras en el cielo esperan milanos negros, cigüeñas blancas y un águila calzada. Solo golondrinas y vencejos se atreven con el levante y los 14 kilómetros de mar.

Cigüeña blanca.

Milano negro.

Cigüeñas blancas.

El día 22, primer bimbo del viaje. En el parking municipal de Tarifa, entre varios estorninos, hay un bulbul naranjero. Se deja ver en uno de los eucaliptos y entre los mismos desaparece. Y muchas golondrinas comunes descansando.

Golondrinas comunes, la mayoría jóvenes.
Milano negro sobre Tarifa.

De camino hacia Gibraltar vemos un par de cigüeñas negras en vuelo no lejos de la carretera.

En el Peñón de Gibraltar, el levante ha formado una espesa niebla y solo el lado de sotavento está más o menos despejado. Las aves más destacadas que se pueden ver son milanos negros, cigüeñas blancas y un halcón peregrino. De todas formas, los habitantes más llamativos son evidentemente los macacos de Berbería (“los monos de Gibraltar”), omnipresentes sobre todo en las partes más altas y con más turistas.

Macaco de Berbería.
Los monos imponen.


Aunque es una reserva natural, es excesivo el número de taxis que suben a viajeros y los llevan a todos los puntos del Peñón para que no tengan que caminar. Estamos en una sociedad en la que a muchos solo le importa hacerse la foto, sin saber ni siquiera dónde está ni nada más.



Curiosas señales de tráfico en el Peñón.

Al día siguiente vamos a la zona del Parque Natural de los Alcornocales. Yendo hacia el precioso pueblo de Castillo de Castellar, un águila se mueve sobre los árboles. Es un pajizo de águila imperial. Más arriba se escucha el sonido de los abejarucos comunes camino al sur mientras que un cuervo, milanos negros y buitres leonados comparten el cielo con ellos.

Parece que hubo algún problema con los nidos y la iglesia.


Duna de Bolonia.

Playa de Bolonia.

Faro de la Punta del Camarinal.

El 24 nos vamos a pasar el día a Tánger. Desde el ferry vemos un paíño europeo, un paíño de Wilson, 3 pardelas cenicientas y 3 pardelas baleares. El levante es más suave y al menos un par de milanos negros consiguen llegar a África.

En esa ciudad marroquí veo otro bimbo. En mitad de la kasba, en una callejuela estrecha y sobre los cables de una fachada hay un escribano sahariano. Es muy bonito y demasiado confiado para un escribano.

Escribano sahariano.


Camello.

El 25, salida con el barco de Turmares en busca de cetáceos. Aunque las orcas eran el premio gordo no pudimos dar con ellas. Eso sí, disfrutamos con decenas de calderones comunes y de delfines listados.

Delfín listado.


Calderón común.




El Estrecho siempre está muy concurrido.


También vimos atunes rojos y peces luna. Uno de estos, estaba siendo desparasitado por una gaviota.

Pez luna (dcha.) y la gaviota.

De aves pudimos ver 11 pardelas cenicientas, 3 pardelas baleares, 3 paíños comunes, un paíño de Wilson, 2 abejeros europeos, un centenar de milanos negros, una garza real, un águila calzada…

Pardela cenicienta.

De regreso a Tarifa y ya para volver a casa, hacemos una última visita al observatorio del Migres, donde ya hay otros pajareros. El levante ha aumentado y ha formado una niebla que no deja ver la costa africana. Las aves no se atreven a cruzar y esperan volando cercanas. Al poco, la situación cambia y la visibilidad mejora. Y empieza el espectáculo que es la migración de las aves.

La niebla empieza a levantar.

Culebrera europea.

En una foto cuento 507 cigüeñas blancas (en total llegarían a mil) se juntan en un bando parpadeantemente blanquinegro que cruza casi al completo. 

Más de medio millar de cigüeñas blancas.


Un buitre leonado también está por la zona, dudando qué hacer. Al menos 3 cernícalos primillas, 2 culebreras europeas, 2 águilas calzadas y más de 200 milanos negros están en la línea de salida y van cruzando.

Milano negro.

El tramo de mar es el gran problema. No hay térmicas que puedan crear sustentación.

Buitre leonado.

Cernícalo primilla.

Los que lo tienen más claro son lo abejarucos europeos (más de un centenar) y golondrinas.

Abejarucos.

Al irnos, ya casi llegando a la carretera, se añade un aguilucho cenizo.

Sin duda, esta zona es una delicia para la observación de las aves en uno de sus momentos más espectaculares como es la migración. Y de la fauna marina, además de la gastronomía y los paisajes litorales.