Hace poco encontré en el Facebook
el anuncio de que en TV3 se iba a emitir el documental “The Cove” del que ya
había oído hablar anteriormente. “Gracias” al gobierno de Camps, la Generalitat
Valenciana impidió hace unos años que en la Comunidad Valenciana se pudieran
ver las televisiones catalanas, incluso si eso era posible gracias a los
repetidores instalados por asociaciones como Acció Cultural del País Valencià
que habían permitido ver la televisión de Cataluña durante más de 11 años hasta
que se ordenó judicialmente el apagado de todos los repetidores. En mi TDT no
está la TV3, pero sí es posible seguir sus programas por internet en directo,
así que me senté delante del ordenador y lo vi.
“The Cove” (La Cala) es un
documental que me impresionó muchísimo y que recomiendo sinceramente a todos que lo veáis (nota al final). No recuerdo haber visto otro que me
haya llegado tanto a la fibra sensible cómo este. Realizado en 2009, muestra la
masacre anual de delfines en Taiji (Japón). Allí, miles de delfines (se asegura que 23.000) mueren por medio
de lanzas y cuchillos tras haber sido desviados de su ruta migratoria mediante
ruidos y redes y conducidos a una cala oculta a la visión del público donde se
les mata de forma cruel. Esta vergonzosa actividad era desconocida por el pueblo japonés y, por supuesto, más todavía fuera de sus fronteras.
Esta es la vergüenza que los
pescadores querían mantener oculta en Taiji. Los delfines son masacrados sin compasión alguna. Foto Sea
Shepherd
Observad el agua enrojecida por
la sangre de los delfines ¿esto es justificable de alguna manera? Foto Sea Shepherd
Unos pocos delfines son vendidos (por unos
150.000 $) a los parques de atracciones de todo el mundo pero el resto acaban
convertidos en alimento para el público, a pesar de los elevados niveles de
mercurio que contienen y que superan ampliamente los límites legales.
Unos cuantos delfines son capturados vivos para ser vendidos a parques. Foto Mathieu
Hagmann/Sea Shepherd.
Con mucho riesgo personal y
dificultades de todo tipo, el director Louie Psihoyos (ex fotógrafo de National Geographic) y Ric O’Barry
(entrenador de Flipper, el famoso
delfín de la serie de TV), junto a un equipo de colaboradores, consiguieron
obtener de forma impecable y por primera vez imágenes impactantes de lo que
ocurre en Taiji y denunciar públicamente estos hechos tan deleznables. Como
digo, fue una tarea peligrosa por el continuo acoso de la policía y de los
pescadores que no deseaban que aquella masacre en un pueblo lleno de estatuas y
figuras dedicadas a los delfines y a las ballenas fuera expuesta al público.
Ante la gran difusión e impacto de “The Cove” los pescadores japoneses han
incrementado la presión sobre los observadores. También han colocado toldos
para tratar de impedir que la matanza de delfines pueda ser observada. Es tal
la magnitud de la masacre que no pueden evitar que salga parte del agua
ensangrentada. Foto Christoph Heylen/Sea Shepherd
“The Cove” recibió un Óscar en
2010 y el Premio de la Audiencia en Sundance (de entre 879 aspirantes) en 2009.
Pienso en que las campañas contra
la caza de los cetáceos son una de las más antiguas que recuerdo. Una pegatina
en blanco y azul, una chapa… y el lema “Salvemos las ballenas” siguen
almacenadas en mi memoria. En los telediarios de las entonces dos únicas
cadenas de televisión (“la primera” y el “UHF”) aparecían las primeras acciones
contra los buques balleneros realizadas mediante lanchas neumáticas que se
interponían entre el arpón y la ballena, con los activistas de Greenpeace y, en
la actualidad, de Sea Shepherd Conservation Society. Las dos únicas embarcaciones españolas que aún
se dedicaban en 1980 a la caza de ballenas se hundían tras sendas explosiones.
En Londres se organizó una gran concentración para exigir la moratoria internacional
de caza de ballenas, que tardaría hasta 1986 en llegar, promulgada por la
Comisión Ballenera Internacional (International Whaling Commission–IWC) aunque
unos pocos países se atribuyeron el derecho a seguir capturando a estos
animales con “fines científicos” como Perú, Noruega, Unión Soviética y, el más
activo, Japón, quién se asigna unilateralmente las cuotas de capturas.
De forma absurda, los delfines y
otros cetáceos menores quedaron fuera de la moratoria y pueden ser cazados
incluso con artes que les ocasionan unas muertes atroces (a lanzazos y
cuchilladas) tras una larga y dolorosa agonía, como en el caso de Taiji,
desvelado en “The Cove”.
Han pasado muchos años y las
presiones de Japón para que se legalice la captura de ballenas con fines comerciales
se intensifican cada vez que se reúne el IWC. Para ello no dudan en “inyectar”
dinero en pequeños países con derecho a voto (¡incluso en aquellos que no
tienen costa marina!) para que les apoyen a seguir matando ballenas, en una
absurda demostración de su “labor científica” (que ya dura ¡25 años!) cuya
excusa es la investigación de la alimentación de los cetáceos, algo que ya es
bien conocido y para lo que no haría falta sacrificar tantas ballenas ni
durante tanto tiempo. Todo el mundo sabe que es una tapadera destinada a surtir los supermercados nipones de carne de ballena pero nadie actúa
efectivamente… o casi nadie.
Los tres buques de Sea Shepherd (Bob Barker, Steve Irwin y Gojira) son sobrevolados por su helicóptero Nancy
Burnet. Foto Sam Sielen/Sea Shepherd
La caza de ballenas por Japón y
la ineficacia del ICW para que la moratoria sea efectiva y total sólo pueden
ser detenidas por una actitud firme y directa. Estrecharse las manos y decir buenas
palabras no está evitando que los arpones japoneses maten ballenas. Que las
ballenas, los delfines y, por extensión, el medio marino (y nosotros)
sobrevivan depende de detener, no sobre el papel, sino efectivamente, esas
matanzas, como lo hace Sea Shepherd.
Por ejemplo, Japón determinó (por su cuenta) que su cuota de capturas para la temporada 2011-2012 era de 1035 ballenas (935 rorcuales aliblancos, 50 rorcuales comunes y 50 ballenas jorobadas). La presión de los tres buques de Sea Shepherd, en la campaña Divine Wind (el significado de kamikaze en japonés) en la que persiguieron durante 17.000 millas a la flota ballenera nipona y utilizaron un drone (un pequeño avión no tripulado) para encontrarla, hizo que Japón sólo pudiera capturar 267 ballenas, salvándose 768 de ser convertidas en comida. Desde el año 2005, esta organización ha impedido la caza de 3.680 ballenas y se supone que hasta esta última campaña, ha ocasionado 200 millones de dólares en pérdidas a la industria ballenera japonesa y Japón ha tenido que invertir 30 millones más en medidas para evitar las acciones de la flotilla de Sea Shepherd y que, además, fueron tomados de las ayudas internacionales para paliar los efectos del tsunami del 11 de marzo de 2011.
Por ejemplo, Japón determinó (por su cuenta) que su cuota de capturas para la temporada 2011-2012 era de 1035 ballenas (935 rorcuales aliblancos, 50 rorcuales comunes y 50 ballenas jorobadas). La presión de los tres buques de Sea Shepherd, en la campaña Divine Wind (el significado de kamikaze en japonés) en la que persiguieron durante 17.000 millas a la flota ballenera nipona y utilizaron un drone (un pequeño avión no tripulado) para encontrarla, hizo que Japón sólo pudiera capturar 267 ballenas, salvándose 768 de ser convertidas en comida. Desde el año 2005, esta organización ha impedido la caza de 3.680 ballenas y se supone que hasta esta última campaña, ha ocasionado 200 millones de dólares en pérdidas a la industria ballenera japonesa y Japón ha tenido que invertir 30 millones más en medidas para evitar las acciones de la flotilla de Sea Shepherd y que, además, fueron tomados de las ayudas internacionales para paliar los efectos del tsunami del 11 de marzo de 2011.
El Steve Irwin rodea al ballenero japonés Yushin Maru para impedirle cazar
ballenas en el Santuario Antártico. Foto Billy Danger/Sea Shepherd
La proa del ballenero Yushin Maru 3 aparece manchada de pintura roja (representando la
sangre de las ballenas) arrojada por los miembros de Sea Shepherd como protesta
ante la caza de ballenas. Foto Billy Danger/Sea Shepherd
Eso son más ballenas en los mares.
Son actos que permiten que esos animales no sean cazados con pretextos absurdos
en una zona (el Antártico) considerada como un santuario para los cetáceos. Los
organismos internacionales para la conservación de las ballenas se muestran con
una gran incapacidad para asegurar el futuro de esos animales y prueba de ello son los países que alegan motivos infundados para cazar ballenas y la presión
que esos países están ejerciendo para ver justificada su actividad. Y mientras
eso se debate en los salones, otras muchas más personas quieren salvar a las
ballenas. Y eso se consigue impidiendo la caza, obstaculizando a los buques
balleneros como hace Sea Shepherd.
Y lo verdaderamente importante es que esos
animales siguen vivos. Eso es lo que salva de verdad a las ballenas, a los demás cetáceos, a toda la vida marina y a la terrestre. Las discusiones y congresos
no lo han conseguido así que tiene que salir alguien y decir que salvad a las ballenas no puede ser sólo un lema, tiene que ser una realidad y actuar en consecuencia para hacer lo que los representantes gubernamentales y las autoridades son incapaces de hacer, por ineficacia o por indolencia.
Que éstos no se enteran que cuando decíamos (y decimos) "salvad a las ballenas" queríamos eso: salvar a las ballenas y no andar perdiendo el tiempo en congresos y tonterías.
Interponiéndose al ballenero con lanchas rápidas para impedir su actividad. Foto
Gary Stokes/Sea Shepherd
El capitán Paul Watson y la tripulación del Farley Mowat en Melbourne. Foto Sea
Shepherd
Pero ¿cómo es posible que en el
siglo XXI sigamos siendo capaces de tolerar estas actuaciones? ¿Cómo es
justificable la masacre de unos animales tan inteligentes que siempre han sido
amistosos compañeros de navegantes?
¿Cómo podemos permitir después de tanto tiempo que se sigan cazando delfines y ballenas?
Toda la vida escuchando “Salvad a
las ballenas”. Hay temas en los que no avanzamos, al contrario, retrocedemos. Y
este es uno de ellos.
Menos mal que no podemos perder
la esperanza, porque nos va la vida en ello.
Nota: Las
imágenes que ilustran este artículo se publican bajo la autorización y
condiciones de Sea Shepherd a quien agradezco su
colaboración. Ánimo y adelante.
Es posible ver “The Cove” en español en http://www.youtube.com/watch?v=C_3ibYzIejY (ha sido retirado) y en VOS en http://www.teledocumentales.com/the-cove-subtitulad/
AYUDA URGENTE
El capitán Paul Watson, fundador de Sea Shepherd, se encuentra en estos momentos detenido en Alemania pendiente de ser extraditado a Costa Rica por haber impedido la pesca de tiburones que eran capturados, cortadas sus aletas para el consumo en Oriente y devueltos a la mar, donde morían ahogándose al no poder nadar. Más de 100 millones de tiburones son capturados al año en todo el mundo para ese fin y por esos medios (ver)Si es extraditado a ese país que tanto se vanagloria de su biodiversidad, Paul Watson ha declarado que cree que no sobrevivirá en sus cárceles hasta llegar al juicio.
Ayuda a pedir su liberación en el banner del inicio de la página.
Actualización: El capitán Watson está de nuevo en libertad.
Video en Youtube (atención minuto 1:50) que recoge las acciones globales para pedir la libertad de Paul Watson.
http://www.youtube.com/watch?feature=player_detailpage&v=rVCXRIlhKM0
►►ACTUALIZACIÓN
Actualización: El capitán Watson está de nuevo en libertad.
Más info: http://www.seashepherd.org/
http://www.seashepherd.org/espanol/espanol.html
http://www.redesparalaciencia.com/8740/redes/redes-155-entender-a-los-delfines
http://www.redesparalaciencia.com/8740/redes/redes-155-entender-a-los-delfines
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