Aguamala, lágrima de mar, malagua, aguaviva,
aguacuajada… más comúnmente: medusa.
Aparecieron en los mares del planeta hace más
de 500 millones de años, en el llamado periodo Cretácico. De las más de dos mil
especies catalogadas (todavía no están todas) hay especies de agua salada y
otras (muchas menos) de agua dulce. Han sobrevivido a varias extinciones en
masa que llevaron a la vida de la Tierra al límite.
Su cuerpo está compuesto de un 96% de agua. Algunas
medusas tienen bioluminiscencia, es decir, son capaces de emitir luz.
No tienen corazón ni cerebro (iba a hacer una
broma sobre algún político pero lo dejaré para otra ocasión) pero reaccionan ante
los cambios de su medio. Se desplazan propulsándose con un chorro de agua.
Sus tentáculos llegan a medir (en algunas especies)
hasta cuarenta metros y disponen de células urticantes en los tentáculos las
que se defienden y neutralizan a sus víctimas. En algunos casos, pueden causar
graves lesiones en las personas y algunas especies tienen capacidad como para
matar a un ser humano adulto.
El principal depredador de las medusas son
las tortugas marinas. Desgraciadamente, las bolsas de plástico que contaminan
los mares son tremendamente parecidas a las medusas y en muchas ocasiones las
tortugas las confunden, lo que les provoca la muerte.
Los cambios medioambientales y climáticos
están favoreciendo la irrupción de especies y el aumento de medusas en muchas
costas del planeta. El aumento de la temperatura del mar, el vertido de
fertilizantes y otros nutrientes, la menor llegada de agua dulce al mar por los desproporcionados aprovechamientos de los ríos, la reducción en las poblaciones de sus depredadores
(especialmente, las tortugas marinas) y el crecimiento del CO2 con el consiguiente cambio de pH del mar, están detrás de
las causas del aumento de medusas.
De nuevo, estamos alterando el medio. Y el
marino, ni más ni menos. “Si los mares mueren, nosotros morimos” (Capitán Paul
Watson, fundador de Sea Shepherd).
En estos últimos días hemos tenido un gran
número de medusas orilladas en las costas alicantinas.
He estado viendo las que han aparecido (a
centenares) en la Playa de San Juan y he hecho algunas fotos, algunas de las cuales acompañan estas letras. Se trata de Pelagia noctiluca, una especie urticante con la que hay que evitar el contacto.
Estos
sorprendentes animales me han dado mucho juego con la cámara, especialmente por
su aspecto y textura y, por la cantidad, también para probar composiciones.
Nunca había visto un reportaje tan estupendo sobre las medusas .
ResponderEliminarHace años haciendo windsurf en la Albufera me encontré con una medusa preciosa , como un paraguas grande abierto , el miedo no me dejó disfrutarla , y no llevaba traje de neopreno .
Gracias por compartir estas maravillas . Del Diez
Muchas gracias por tus comentarios.
EliminarMe alegra que te haya gustado. Ya sabes que tienes otras muchas cosas más en el blog.
Cuidado con esas medusas grandes que aparecen a veces porque podrían ser fragatas portuguesas (Physalia physalis) y son muy peligrosas (hasta letales) y empiezan a ser cada vez más vistas por el Mediterráneo.
Saludos
Me encantan el reportaje. Me encantan las medusas; transmiten paz...
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