No tienen un llamativo
colorido, apenas se dejan ver con detalle y se mueven muy rápido (a veces a más
de 200 km/h) y a mucha altura (hasta 2.000 m o más). Pero aún así, son fascinantes.
Sí, porque los vencejos
me resultan unas aves increíbles y porque tenemos la suerte de poder contar con ellas
durante los meses cálidos.
Su llamativa silueta en forma de hoz le ha dado el nombre en valenciano: falzia (falç=hoz).
Estas aves, en su
clasificación, pertenecen a la familia Apodidae
(de a podos, “sin pies”) por la
antigua creencia de que no tenían patas y que, por tanto, si caían al suelo,
eran incapaces de despegar de nuevo. Evidentemente, sí tienen patas, pero es cierto
que les resulta imposible despegar del suelo porque esas extremidades son muy
pequeñas y poco potentes y adaptadas a poderse agarrar en paredes verticales.
Dentro de Apodidae hay 92 especies repartidas por las
zonas templadas del mundo y en España contamos con tres: el vencejo común, el
vencejo pálido y el vencejo real, a las que hay que añadir el vencejo unicolor solo en las
Islas Canarias y las citas irregulares de vencejo cafre.
Estas aves están
completamente adaptadas a la vida aérea. Sus evoluciones nos muestran su extraordinaria
capacidad para el vuelo. Con una envergadura alar de 42-46 cm y un peso de unos
40-50 g (para el vencejo común, del que hablaré en adelante) pasan casi toda la
vida volando, literalmente. De hecho, desde que nacen y abandonan el nido (una
simple grieta) no vuelven a posarse hasta que son ejemplares reproductores.
Incluso “duermen” en vuelo, sin detenerse.
Su llamativa silueta en forma de hoz le ha dado el nombre en valenciano: falzia (falç = hoz).
Se alimentan del llamado
plancton aéreo (minúsculos insectos voladores) y para ello vuelan hasta 800 km
al día. A veces llenan tanto los buches de comida que son apreciables los
bultos debajo del pico. Y si llueve, son capaces de beber de las gotas de
lluvia.
Detalle del bulto provocado por el gran número de insectos atrapados.
Son aves migradoras. Con
la llegada de la estación fría vuelan hacia África central y del sur. Con la
llegada de la primavera retornan a Europa. Un pollo anillado en Madrid recorrió
6.000 km en su primer viaje migratorio a África (llegó a Kenia). En esos viajes
han sido vistos por encima de los 4.000 m de altitud y en toda su vida, un
ejemplar llega a recorrer un millón de kilómetros, lo que equivale a unas 25 vueltas a la Tierra. Casi nada.
Mapa de los movimientos migratorios del vencejo. Fuente: Programa Migra SEO/BirdLife
Los vencejos son
especies protegidas por la ley. Está prohibida su caza, la destrucción de sus
nidos, etc.
Vencejo pálido.
Hay un vencejo en el suelo, ¿qué hago?
No es raro encontrar
pollos de estas especies en el suelo. Muchas veces acaban de salir del nido y
están poco alimentados y agotados. Lo mejor es recogerlos, meterlos en una caja
de cartón (con agujeros para que respire el animal), dejarla en un sitio
tranquilo y seguro y llamar al Centro de Recuperación de Fauna Silvestre de
Santa Faz (Consellería) al 965153162.
Los vencejos (comunes y pálidos) suelen
ser unas de las cuatro especies más atendidas por estos profesionales (p. ej. 210
ex. en 2012, 176 en 2013…).
La alimentación ha de hacerse con sonda por parte de especialistas.
Unos pocos días de cuidados y los pollos pronto son liberados.
Enseguida acudirán a recogerlo y el vencejo será
alimentado hasta que pueda valerse por sí mismo y entonces será liberado. Este proceso es válido para
cualquier otra especie animal silvestre.
Y así tendremos la alegría de saber que una de esas saetas oscuras que chillan en las tardes de verano estará allí de nuevo gracias a nosotros.
No había visto esta entrada. Muy interesante, me ha encantado la fotografía donde se le ve con la boca llena de insectos, muy observador. Patry 😉
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