El solsticio estival hoy en el calendario
bajo un sol de aspecto incendiario
que nos da días de luz que no se van a acabar
y sombras azules para descansar.
Noches cortas que pasan despacio,
vencejos chillando en el espacio.
Un horizonte en el que pinta una sonrisa
en una tierra que espera la nueva brisa.
El calor de la arena al caminar y
en los labios, el sabor a mar.
Sabor a amar.
El reloj de la vida va lento,
a mediodía nada tiene prisa.
Solo se mueve la brisa.
La unidad de tiempo es el momento.
El aire se vuelve espeso
y el tiempo queda preso.
No hay más. No hay nada más.
El paisaje, de brillante azul difuso,
parece que jamás vaya a cambiar
y que el futuro no estará nunca confuso.
Y que el verano nunca va a acabar.
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