Hace unas semanas participé en el concurso de microrrelatos de la Fundación Aquae La temática era la ciencia en cualquiera de sus vertientes: innovación, progreso, sostenibilidad, agua, nuevas tecnologías... etc.
Como ya ha salido el fallo
del jurado (y no estoy entre los ganadores jajajaja) os dejo aquí mis tres
textos de no más de cien palabras cada uno.
Espero que os gusten.
SOLA
La ruta era siempre la misma
pero volaba sola. Recordó cuando fue la líder del grupo y todos la seguían. Era
una responsabilidad y un orgullo. Ahora únicamente estaba ella.
Llegó antes del anochecer.
Descendió y no creyó a sus ojos. Su lugar de destino no existía. Edificios y
chimeneas humeantes lo invadían. Agotada, tuvo que aterrizar. Picoteó en el
fango. Nada para comer. Solo encontró el sabor ácido del petróleo.
Malditos,
también acabasteis con esta marisma. No hay más.
Ella, la única que quedaba en
el mundo de su especie, sacudió las plumas y miró al ocaso.
Sola.
DIOS
Estuve cuando pisabais la
brillante Luna y cuando pintabais bisontes en una oscura cueva. También mucho
antes, con los gigantescos dinosaurios y con las microscópicas primeras formas
de vida. Incluso estuve antes que la propia vida. Aquí y en el universo. Antes,
ahora y después.
Soy una trinidad. En tres
formas soy capaz de mostrarme. Puedo ser enorme o puedo ser invisible. Brutal o
dulce.
Vivo en ti y en todo lo que te
rodea.
Os doy la vida. Soy la vida.
Pero no soy dios.
Soy el agua.
Quizás, de alguna manera, sí
sea dios.
LA GOTA DE SCHRÖDINGER
El nuevo microscopio estaba al
máximo de aumentos. Quería probarlo, pero algo me molestó en el ojo derecho.
Miré con el izquierdo. Minúsculos organismos se retorcían en su universo, una
sencilla gota de agua. Probé a usar solo el ojo derecho. Los organismos estaban
inmóviles, muertos.
Sorprendido, lo puse a media
potencia. Probé otra vez con el ojo izquierdo: había movimiento, vida. Cambié
al derecho: quietud, muerte.
Asustado, aparté los ojos del
binocular. Observé de cerca a la gota con el ojo izquierdo: mi cara perpleja se
reflejaba nítidamente en ella.
No me atreví a mirar con el
ojo derecho.
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