Cuando la luz es el problema
“Reconociendo que la calidad del cielo nocturno y, por
tanto, el acceso a la luz de las estrellas, y de cuantos objetos llenan el
universo, se está deteriorando en muchas zonas, que su contemplación se hace
cada vez más difícil, y que este proceso nos enfrenta a la pérdida generalizada
de un recurso cultural, científico y natural con consecuencias imprevisibles.”
(Conferencia
Internacional en Defensa de la
Calidad del Cielo Nocturno y el Derecho a Observar las
Estrellas. La Palma ,
2007).
La Playa de San Juan desde el Cabo de las Huertas. Es claramente visible la contaminación lumínica producida por el alumbrado con farolas "globo" en el paseo de la playa.
La contaminación
lumínica es el brillo o resplandor de luz en el cielo
producido por la difusión y reflexión de la luz artificial en los gases y
partículas de la atmósfera.
Este resplandor, producido por la luz
que se escapa de las instalaciones de alumbrado de exterior, produce un
incremento del brillo del fondo natural del cielo. Al hacerse las observaciones
de objetos astronómicos por contraste con el fondo del cielo, un incremento del
brillo del fondo disminuye este contraste e impide ver los objetos con un
brillo similar o inferior al del fondo[1].
Efectos
Este tipo de
contaminación, que aumenta continuamente en todo el mundo, sin apenas
normativas legales para su regulación y reducción, afecta negativamente al entorno
a muchos kilómetros de distancia, especialmente en los siguientes aspectos:
· Paisajístico. Si consideramos el paisaje como un valor en
sí mismo, la alteración o destrucción provocada por la contaminación lumínica
no debe ser obviada. El entorno se ve afectado doblemente: la artificial
luminosidad del cielo y la pérdida de observación de astros del firmamento
destruye el paisaje nocturno en extensas zonas. Además, esta forma de
contaminación se emite en un punto pero tiene
un gran alcance, contaminando un área enorme. El “globo” luminoso creado por
Madrid es visible a 300 km
de distancia y se podría navegar de noche de Mallorca a Barcelona guiándose por
el creado por la
Ciudad Condal.[2]
Nubes iluminadas por las luces de una población alicantina.
Por motivos supuestamente
estéticos o para fomento del turismo, se ha iniciado una tendencia a iluminar
grandes accidentes geográficos (montañas, islas, playas, etc.) o hitos
históricos (castillos, iglesias, etc.) provocando un daño paisajístico muy
poderoso.
· Ecológico. Las especies de
hábitos nocturnos son las más afectadas por el incremento de luminosidad en la
noche, especialmente en cuanto a sus capacidades de alimentación,
reproducción y orientación. Además, el improductivo mayor gasto energético
producido por una ineficaz iluminación, provoca más consumo de combustibles
fósiles, incrementa los niveles de gases de efecto invernadero y contribuye al
calentamiento global. No sólo afecta la luz visible para nosotros, el tramo del
espectro electromagnético entre los 400 y los 700 nm, pues otros seres vivos
son sensibles a longitudes de onda distintas. En particular los insectos, sobre
todo nocturnos, son sensibles al ultravioleta; esto hace que las lámparas que
emiten en esta longitud de onda les resulten dañinas (como las ineficaces y
contaminantes lámparas de vapor de mercurio)[3].
Búho Chico, una especie que se ve perjudicada por el aumento de la luminosidad nocturna.
· Cultural y
educativo. Se dificulta a los ciudadanos poder observar y reconocer
estrellas, constelaciones y otros objetos del cielo, así como presenciar
fenómenos astronómicos cotidianos, algo que siempre ha estado ligado a la
historia del hombre. El 67% de la
población española ha perdido ya la posibilidad de ver la Vía Láctea y el 37% es
incapaz de ver el cielo nocturno.[4]
Cada vez es más difícil disfrutar de un "cielo oscuro" y es necesario buscar lugares remotos.
Dolmen en el Pirineo Aragonés
· Científico. Los
observatorios astronómicos precisan de cielos oscuros, libres de contaminación
lumínica. Conocer el Universo y las propiedades de los astros no sólo forma
parte de nuestro acervo cultural, sino que se corresponde con avances de la Física en busca de
nuevas energías, el mayor conocimiento del espacio y de nuestro planeta o la
protección de nuestro planeta frente a cuerpos celestes con órbitas peligrosas.
La Osa Mayor. Las nubes reflejan parte de la luz emitida por varias poblaciones.
· Económico. Los dispositivos de alumbrado proyectan luz
en direcciones inadecuadas e improductivas que provocan un derroche en el
consumo eléctrico, lo que también ocurre con la potencia excesiva y el
tiempo en que permanecen encendidos.
Zonas afectadas
Las zonas de mayor
contaminación lumínica coinciden con las grandes áreas urbanas y zonas
industriales.
Aspecto nocturno del paisaje de la fachada litoral norte de la ciudad de Alicante.
El litoral es uno de
los puntos más afectados por este fenómeno, ya que concentra la mayor densidad
de población del país. Destacan las costas del Mediterráneo, en especial, el
litoral de Cataluña y de la Comunidad Valenciana.
Vista nocturna de parte de la zona costera de la comarca de l'Alacantí.
Se ven las luces de Alicante, El Campello, San Juan...
En esta imagen, se muestra un mapa de la
península Ibérica con los índices de contaminación lumínica de acuerdo a una
escala de color, referida al número de estrellas visibles en el cielo nocturno.
El mejor de los casos son las zonas representadas con el color gris oscuro, en
las que es posible observar más de 3000 estrellas (a esto se llama “cielo
oscuro”) y las peores son las blancas, en el que pueden verse sólo 15
estrellas como máximo.
Causas y soluciones
La contaminación lumínica está básicamente provocada por
utilización de luminarias que emiten luz fuera de la zona que deben iluminar,
arrojando parte del haz al cielo, absolutamente ineficaz, y que supone,
además, un mayor consumo energético. La relación entre consumo e
iluminación no es correcta, ya que como desperdician luz, deben aumentar la
potencia para poder iluminar correctamente la zona prevista.
Un ejemplo perfecto
de esta fuente de contaminación son las farolas de tipo “globo”. La
lámpara emite luz en todas direcciones, desperdiciándose la mayor parte de ella
porque no ilumina al suelo. Además, el globo no es transparente sino
translúcido, lo que supone una disminución del flujo luminoso.
Farola "globo"
Farolas tipo "globo" en un camping en Isla (Cantabria)
Para reducir los
niveles de contaminación lumínica es necesario:
•
Adecuar la potencia
de la iluminación.
Usar el tipo de lámpara más adecuado, con el consumo más bajo, así como
la potencia que asegure la iluminación correcta.
•
Reducir el tiempo de
utilización.
La iluminación de monumentos no tiene porqué prolongarse durante toda la noche.
Es suficiente con aquellas horas de la noche en que hay más actividad humana.
•
Emplear luminarias eficientes y correctas. Cada vez existen
más en el mercado, con mayor aprovechamiento energético de la lámpara y sin
emitir luz al cielo, además de no contener sustancias tóxicas. Tiene que
estar adecuada a la zona a iluminar.
•
Utilizar el alumbrado
en puntos adecuados.
Es absurda la iluminación de lugares como reclamos turísticos. Sólo se
deben iluminar las zonas que lo precisen durante el tiempo necesario.
•
Orientar
adecuadamente el haz.
No deben proyectar luz por encima de la línea del horizonte. Si en una luminaria, dibujamos
una línea vertical desde la bombilla hasta el suelo, sólo se aprovecha
plenamente la luz que queda dentro del cono determinado por un ángulo de 70º a
partir de la vertical. De los 70º hasta los 90º es luz deslumbrante y, de los
90º a los 180º es luz absolutamente perdida[5].
Si se
dirige la luz sólo a la zona a iluminar (evitando emitir flujo al cielo) esto
supone como mínimo un aumento del 25% en los niveles de iluminación
usando la misma lámpara, por lo que se puede reducir el número de luminarias o
el consumo de las lámparas para obtener los mismos resultados con menos
energía.
• Promulgar y hacer cumplir normas legales, con ámbito general,
no sólo limitadas a áreas próximas a observatorios astronómicos. Habría que
aplicarlas especialmente en aquellos espacios protegidos por sus valores biológicos,
históricos, etc. y, por supuesto, los paisajísticos. La destrucción que la
contaminación lumínica hace del paisaje nocturno empieza a ser motivo de
atención de la administración porque “...la
contaminación lumínica afecta a la visión del cielo, el cual forma parte del
paisaje natural y debe ser protegido...”[6]
Unos ejemplos:
•
Según
la Asociación
Astronómica de Alicante, la inadecuada utilización de la
iluminación pública en la ciudad de Alicante supone un despilfarro de un millón de euros [165 millones de pesetas]
anual. La adecuación de ese alumbrado, además, disminuiría las emisiones de CO2
a la atmósfera, dejándose de emitir más de 576 toneladas al año, y
supondría no generar 52 toneladas de residuos radiactivos, al
proceder la electricidad de la ciudad de la Central Nuclear de
Cofrentes[7].
Vista al anochecer de parte de la ciudad de Alicante.
•
La Generalitat Valenciana multó al
ayuntamiento de Polop de La
Marina con 1500
euros por iluminar de forma ornamental la Sierra del Ponoig con
once focos, pese a la legislación existente y las declaraciones en contra de
políticos y naturalistas. Este paraje está considerado como LIC (Lugar de
Interés Comunitario) y Paisaje Protegido por la presencia de especies
protegidas de aves rapaces, flora endémica y su valor paisajístico.[8]
•
Cataluña
derrocha más de 30 millones de euros [5000 millones de pesetas] cada año
en iluminar las nubes. Comparado con las grandes infraestructuras puede parecer
poco dinero, pero hay que tener en cuenta que es dinero desperdiciado y que
normalmente pagan los ayuntamientos[9].
• Según algunos estudios recientes, las ciudades españolas consumen 3 veces más que las alemanas en energía eléctrica para alumbrado, creciendo anualmente además entre un 4 y un 5%, mientras que la población sólo la hace en un 1%.
• Ya en 1998 los astrónomos advirtieron que de unas 7000 estrellas que debieran ser visibles desde Madrid, apenas se podían distinguir medio centenar y aún menos, dependiendo de la zona de la capital. La situación no ha mejorado.
Madrid fotografiado desde la ISS. Es notable el brillo de la zona urbana y de las vías de comunicación. Foto: Nasa.
La legislación
existente para la reducción de la contaminación lumínica no es muy amplia.
Buena parte de esas leyes y normas afectan sólo a las zonas muy concretas (como
las más cercanas a los observatorios astronómicos) o a algunos municipios, pero la Ley 34/2007, de 15 de noviembre, de
calidad del aire y protección de la atmósfera[10] sí aborda los
problemas de este tipo de contaminación para España.
En su disposición
adicional cuarta podemos leer:
“Las Administraciones
públicas, en el ámbito de sus competencias, promoverán la prevención y
reducción de la contaminación lumínica, con la finalidad de conseguir los
siguientes objetivos:
a. Promover un uso eficiente del alumbrado
exterior, sin menoscabo de la seguridad que debe proporcionar a los peatones,
los vehículos y las propiedades.
b. Preservar al máximo posible las
condiciones naturales de las horas nocturnas en beneficio de la fauna, la flora
y los ecosistemas en general.
c. Prevenir, minimizar y corregir los efectos
de la contaminación lumínica en el cielo nocturno, y, en particular en el
entorno de los observatorios astronómicos que trabajan dentro del espectro
visible.
d.
Reducir la intrusión lumínica en zonas distintas a las que se pretende
iluminar, principalmente en entornos naturales e interior de edificios.”
Vista parcial de la ciudad de Alicante desde la Playa de La Almadraba
Por otro lado,
también han aumentado las voces en todo el planeta que reclaman la necesidad de
eliminar esta contaminación por los efectos globales que supone.
Especialmente han sido las instituciones astronómicas las que las han promovido
y a ellas se han sumado otras organizaciones diferentes. En 2007, los
participantes en la Conferencia Internacional en Defensa de la Calidad del Cielo Nocturno
y el Derecho a Observar las Estrellas, reunidos en La Palma (Canarias) redactaron la Declaración de La Palma en la que, entre otros puntos, exponen
lo siguiente:
“El derecho a un cielo nocturno nítido y a la capacidad
de observar el firmamento debe considerarse como un derecho equiparable al
resto de los derechos medioambientales, sociales y culturales, atendiendo a su
incidencia en el desarrollo de los pueblos y en la conservación de la
biodiversidad. La progresiva degradación del cielo nocturno ha de considerarse
como un riesgo inminente que hay que afrontar, de la misma manera que se
abordan los principales problemas relativos a los recursos, el medio ambiente.
La conservación, la
protección y la puesta en valor del patrimonio natural y cultural asociado a
los paisajes nocturnos y a la observación del firmamento, representa un ámbito
privilegiado para la cooperación en la salvaguarda de la calidad de vida.”
Si volvemos al mapa anterior, parece que estas leyes no
están sirviendo para mucho. Quizás sea porque esta forma de contaminación no es tan palpable como las
demás, y porque, aparentemente, desaparece con la llegada de la luz diurna.
Playa de Isla (Cantabria) con iluminación "turística" y la que le añaden las urbanizaciones y poblaciones cercanas
Pero sus efectos,
como hemos visto, son notables y de una gran extensión, afectando tanto a los
seres vivos como al paisaje. En éste caso, la destrucción de la belleza del
paisaje nocturno es muy importante, impidiendo su contemplación y disfrute,
acentuándose en las zonas más densamente pobladas que coinciden con la franja
litoral, no sólo de España, sino de todos los países, creándose una especie de “muralla”
luminosa en la costa al superponerse los “globos” luminosos de cada
población con el de las vecinas. No existen zonas oscuras ni paisaje nocturno
natural.
La privación la
contemplación de esa belleza natural del cielo nocturno es un problema más que
debemos sumar a la larga lista de amenazas del paisaje litoral.
“El cielo ha sido y
es una inspiración para toda la humanidad. Sin embargo, su contemplación se
hace cada vez más difícil e, incluso, para las jóvenes generaciones empieza a
resultar desconocido.
Un elemento esencial
de nuestra civilización y cultura se está perdiendo rápidamente, y esta pérdida
afectará a todos los países de la tierra.“
(Extraído de la Declaración de la IAU /ICSU/UNESCO sobre la Reducción de los
Impactos Medioambientales Adversos para la Astronomía. París ,
2 de Julio de 1992).
Más información:
-Campaña Cielo Oscuro. Universidad de Murcia. http://www.um.es/cieloscuro/cluminica.php
-Conceptos sobre la contaminación lumínica.
Instituto de Astrofísica de Canarias. http://www.iac.es/project/otpc/concep.htm
-Contaminación lumínica en la provincia de
Alicante. Rubén Bodewig-Alicante Vivo. http://www.alicantevivo.org/2009/02/contaminacion-luminica-en-la-provincia.html
-Grupo Urania. http://www.terra.es/personal2/juandres/prot_cult.htm
-Informe sobre la contaminación lumínica en
Alicante. Miguel Ángel Pérez Oca-Platafoma de Iniciativas Ciudadanas. http://pic-alicante.blogspot.com/2008/05/informe-sobre-contaminacin-luminica-en.html
-International Dark-Sky Association. http://www.darksky.org/
-La contaminación luminosa en imágenes: desde el espaico. www.astrogranada.org/cieloscuro/htm/imagenes_cl_satelite.htm
-Mapa de contaminación lumínica. Microsiervos. http://eco.microsiervos.com/concienciacion/mapa-contaminacion-luminica-peninsula-iberica.html
-Observatorio Arval. http://www.oarval.org/UE-PL.htm
Reikiavik apaga todas las luces de la ciudad para ver las auroras boreales http://elpais.com/elpais/2016/10/01/ciencia/1475313570_723975.html
[1] Oficina Técnica para la
Protección de la
Calidad del Cielo. Instituto de Astrofísica de Canarias.
[2] Contaminación lumínica en
la provincia de Alicante. http://www.alicantevivo.org/2009/02/contaminacion-luminica-en-la-provincia.html
[3] Campaña Cielo Oscuro. Universidad de Murcia.
[4] Contaminación lumínica en
la provincia de Alicante. http://www.alicantevivo.org/2009/02/contaminacion-luminica-en-la-provincia.html
[5] www.celfosc.org
[6] Ministerio de Medio
Ambiente. Actuaciones Públicas en Materia de Medio Ambiente. P. 8. Calidad del
aire y protección atmosférica.
[9] www.celfosc.org
[10] BOE 17 de noviembre de 2007.
Artículo que escribí para SOS PAISAJES DE MAR en octubre de 2010.
Actualizado en septiembre 2012 para "Hoy no sé ni quién soy".
Actualizado en septiembre 2012 para "Hoy no sé ni quién soy".
Muy completo, como siempre. Aprovecho para enlazarlo y hacerlo llegar a más amigos.
ResponderEliminarComo siempre, es un placer saber que los amigos me leen. Y si lo comparten, pues además, un orgullo.
EliminarUn abrazo.
Muy interesante y completo tu post. Los fotógrafos somos muy conscientes de este problema, cada vez resulta mas complicado encontrar alguna localización sin contaminación lumínica.
ResponderEliminarUna cosa les hay reconocer a estos gestores que tenemos, son muy coherentes en todos sus desatinos. Parece una carrera de a ver quién la hace más gorda...
Si hubiera Olimpiada de desatinos, nuestros gestores se habrían traído un montón de medallas de oro.
EliminarYa no quedan apenas "cielos oscuros" y menos en zonas tan urbanizadas y pobladas como las nuestras. Enseguida aparece ese velo anaranjado incluso en lugares donde piensas que no llegará la contaminación lumínica.
Muchas gracias por tus comentarios y, por cierto, vaya pasada de fotos de vuestro último viaje.
La verdad es que disfrutamos mucho, ja,ja, todavía el dedo nos hace "tic,tic,tic" como si tuviésemos una cámara en la mano todo el rato
Eliminarhttp://elpais.com/elpais/2014/10/01/ciencia/1412150593_038450.html
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