Anotando mientras el martín está "bajo hipnosis".
Mañana de anillamiento y
pajareo muy entretenida y divertida. La mañana comienza con la captura de
mirlos comunes y sigue con una variada lista de especies. Destacan los tres
ejemplares de martín pescador pero
es un macho de ánade azulón el que
más emoción nos crea por la escasez de capturas y por la propia ave que nos
hace modificar las formas de obtener los datos biométricos como medida alar,
peso, etc.
Extrayendo el pato.
Pesando al pato.
Las capturas han sido:
Ánade azulón (1 ex).
Carricero común (5 ex.).
Curruca capirotada (1 ex.).
Lavandera cascadeña (1 ex).
Martín pescador (3 ex.).
Mirlo común (3 ex.).
Mosquitero musical (1 ex.).
Lavandera cascadeña.
Comprobación de niveles de grasa de las aves, con la atenta mirada de Bob Esponja.
Grasa acumulada.
Medida del ala.
Después del anillamiento vamos
a tomar algo fresquito a la orilla de la mar y es ahí donde se nos ocurre ir a
dar una vuelta por el Morro de Toix.
Un refresquito.
Apenas aparcar en Toix, nos
damos cuenta de un grupo de mitos
que no paran de emitir un canto de alarma lo que nos pone sobre aviso de qué
hay algún tipo de amenaza para ellos. Efectivamente, un cárabo está sesteando en la rama de un pino. Desde allí nos observa
con expresión somnolienta (de hecho, se queda durmiendo) y aprovechamos para
hacerle algunas fotos.
El cárabo.
Subiendo.
Las vistas son magníficas
(sobran, eso sí, "cienes y cienes" de construcciones por donde se mire) y podemos
encontrar muchas e interesantes especies vegetales (hay una micro reserva de
flora).
Corona de frare (Globularia alypum).
Juniperus sp. (sabina).
Flor de tomillo.
Romero.
Pero es con las aves con lo que más disfrutamos. Un halcón peregrino hace un rápido picado,
tan rápido que, a pesar de nuestra veloz carrera, no conseguimos ver el lance y
su resultado. Algunas golondrinas
comunes pasan haciendo camino hacia el sur, sobrevolando a varias collalbas
negras que andan cantando sobre las rocas que no les gusta compartir con los
azulados roqueros solitarios.
Collalba negra.
Y es
un “primo” de estos últimos el que nos da la sorpresa: después de varias visiones
fugaces, se deja ver adecuadamente un ejemplar de roquero rojo, especie con una distribución muy limitada en nuestra
provincia y con un número muy reducido.
Las gaviotas patiamarillas sobrevuelan las aguas de la bahía de Altea
en las que nosotros, sin suerte, tratamos de observar algún delfín.
Panorámicas hacia el norte y hacia el sur.
Nos volvemos con la idea, en
otra próxima visita, de dedicarle más tiempo a este paraje que nos ha gustado
enormemente.
Como nos ha ocurrido con esta
mañana.
El grupo en lo alto del Morro de Toix.
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