Cotorras de Kramer en el campo de golf de Alicante.
La cruel costumbre de mantener
animales salvajes en cautividad genera una larga cadena de daños en el medio
ambiente, desde el lugar donde son capturadas (a un ritmo de extinción) a
aquellos otros lugares (a miles de kilómetros) donde esos animales se escapan
y, si no mueren por la hostilidad del medio, a veces consiguen sobrevivir,
establecerse y progresar.
Esa irrupción de una especie
invasora suele traer consigo que algunas de las que ya existían (las
autóctonas) vean peligrar su futuro o desaparecer porque su nicho ecológico es
ocupado por otra especie.
Además de esas consecuencias
sobre la biodiversidad, también causan daños sobre los servicios ecosistémicos, la
economía, las infraestructuras e, incluso, sobre la salud humana.
La cotorra de Kramer (Psittacula
krameri) es un ejemplo de especie invasora. Originaria del África subsahariana
e India, ha sido una especie muy vendida en establecimientos de animales de
todo el mundo y ya ha colonizado zonas de todos los continentes (a excepción de
la Antártida). En Europa, las primeras observaciones de cotorras de Kramer
asilvestradas se produjeron en Holanda en 1960.
Parte del bando del campo de golf.
En España aparece de forma más
patente a mediados de la década de los ochenta del siglo pasado, aunque hay
citas a finales de los setenta. Ahora es especialmente abundante en todas las
provincias mediterráneas, en los dos archipiélagos y en Madrid.
Desde 2011 está incluida en el
Catálogo Español de Especies Invasoras.
Hace unos días, ya observé un
grupo muy numeroso cerca del campo de golf de Alicante. Volví a pasar más
adelante y, de nuevo, me encontré con el bando e, incluso, pude hacer alguna
mala foto con el móvil. Pude contar 38-43 ejemplares (33 a la vista en un solo
grupo y, al menos, 5-10 más muy cerca). Ayer, un día después volví ya con la
cámara y, casi a la misma hora, aparecieron otra vez en el mismo lugar, en medio
de una gran algarabía de cantos.
Conté 35 ex. cotorras de
Kramer que, muy probablemente, pasaron la noche en ese lugar. Como curiosidad,
las Kramer se pusieron muy nerviosas cuando una gaviota patiamarilla decidió
hacer un vuelo bajo y cercano a ellas. Parecía ver si las cotorras pudieran
tener algún interés como plato principal de su cena.
Estas cifras son muy altas
para las que se disponía de esta especie en esta zona. El año pasado, SEO/BirdLife
organizó un censo nacional para la especie y los datos resultantes aquí fueron
muy inferiores.
Os acompaño este texto con unas fotos del
bando del campo de golf de Alicante.
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