La primavera avanza, ajena a nuestras vicisitudes con pandemias y demás amenazas. Los campos se cargan de verde y las aves cantan y vuelan para atender a sus nidadas.
Una de las flores más llamativas es la de la amapola. Su intenso color es como un faro al que no podemos evitar mirar. Crecen, explotan en rojo entre lo verde, ese verde de hierba buena y esperanza, del verde que te quiero verde, no de ese otro verde de malas hierbas y bilis. Por algo prefieren las cunetas, para señalar donde está la sangre de aquellos que después de ochenta años aún no han podido ser enterrados dignamente y a los que las malas hierbas y biliosos siguen insultando.
Hoy, además, es el triste aniversario del bombardeo del mercado central de Alicante, que dejó más de trescientos muertos. El 25 de mayo de 1938, La aviación fascista italiana, en apoyo a las tropas sublevadas de Franco, tiró sus bombas sobre la población civil que compraba los pocos alimentos que había en ese momento en el mercado. Ha sido la peor tragedia de esta ciudad. Aquel día, los campos estarían repletos de rojos de amapolas y por las calles de Alicante corrían ríos rojos de sangre.
Quizás por muy similares
razones los británicos han elegido esa flor para celebrar desde hace un siglo
el Poppy Day (el día de la amapola)
en recuerdo y homenaje a las víctimas de las guerras y del terrorismo.
¡Que grande eres amigo!
ResponderEliminarMe hacéis grande vosotros ❤️
ResponderEliminar