lunes, 13 de julio de 2020

PONTE LA MASCARILLA

El coronavirus no ha desaparecido de nuestras vidas. Reducido pero no eliminado, su incidencia es menor pero deja señales con rebrotes aquí y allá, incluso con consecuencias fatales, además de los cambios que ha introducido en nuestra “normalidad” del día a día como la distancia o las mascarillas.

Hay personas que no mantienen la distancia social o no usan la mascarilla. No se trata de una decisión de libertad personal, es un gesto insolidario con aquellos que les rodean, muchas veces personas a las que aprecian y quieren. Les parece que ya todo ha pasado y que ellos lo han superado, convirtiéndose en súper seres.

Cuando veo a personas en grupos apretados y sin mascarilla no lo puedo entender. Están jugando a la ruleta rusa con su salud, con la del resto del grupo y cada uno de ellos con la de su familia (el 40% de los nuevos brotes del virus se han dado en eventos familiares (bodas, reuniones, comidas, etc.)) y ampliando el contagio a todo su entorno social (amigos, compañeros de trabajo, vecinos, etc.). Incluso he visto en no pocas ocasiones a ancianos sin mascarilla, tratándose de personas especialmente vulnerables a las peores consecuencias de esta enfermedad.

Remake de una de las viñetas que hice durante el confinamiento.

Y me apostaría algo a que muchos de esos que ahora van sin mascarilla eran de los que bramaban hace nada cuando no era posible encontrar ese artículo por el desabastecimiento mundial creado por la rápida expansión del virus. Y que también (en plan Capitán a posteriori) exigían con golpes de pecho y de cacerola, más medidas, más pronto y más duras por parte del gobierno (al que también critican por supuestamente coartar sus libertades), y resulta que ahora son incapaces de cumplir con algo tan sencillo como mantener la distancia y ponerse una mascarilla.

Lo de dejar metro y medio creen que eso era antes y ahora ya no es necesario, que la mascarilla me da mucho calor y no me la pongo o me dejo la nariz por fuera y que en total, sí el bicho ya no está. Y eso por no hablar de las descerebradas teorías conspiranoicas o  las retorcidas artimañas del Nuevo Orden, por no seguir con no sé qué otros delirios de bebe lejías, seudoterapias de abrazos antivirus y declaraciones irresponsables (y en mi opinión, punibles) sin ninguna base científica de líderes y otros personajes públicos.

Pero el coronavirus SARS-Co-V-2 (Covid-19) sí está (¡vaya sí está!) y va estar mucho tiempo entre nosotros. Tendremos que aprender que no hemos vuelto para nada a la antigua normalidad por mucho que hayamos recuperado casi toda nuestra rutina sino que vivimos una nueva realidad en la que un virus altamente contagioso y potencialmente letal sigue aquí.


Pharexia (original author); Ratherous, AKS471883 (contributors); authors of File:BlankMap-World.svg (source file) 

Cuando escribo esto, más de 12 millones y medio de personas se han contagiado de este coronavirus en el mundo. Desgraciadamente, más de medio millón han fallecido por esa causa (Fuente: OMS).

Las herramientas para combatir la epidemia son la investigación, la sanidad pública y la responsabilidad ciudadana. Y ésta es tan simple como seguir las recomendaciones en seguridad sanitaria y entre ellas tenemos una tan sencilla (¡y tan eficaz!) como el uso de la mascarilla y la distancia mínima de seguridad.



Ponte la mascarilla.

Sé que eres una persona responsable.





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