Ayer aprovechamos
un ratito para dar una vuelta por las salinas de El Pinet antes de que apretara
el calor.
Las gaviotas picofinas y los charranes patinegros destacan entre los
que están a tope con la reproducción. De las primeras habrá varios cientos de
pareja y de los otros serán bastantes decenas. También hay charrancito común pero en menor cantidad.
Una cigüeñuela no deja de revolotear sobre
sus pollos que van siguiéndola por el agua.
Varias canasteras vuelan por la zona, pero no
consigo ver dónde han nidificado.
Los tarros blancos se muestran perezosos y
apenas se molestan por el paso de alguna avocetas.
Hay
bastantes flamencos (adultos en
menor cantidad) y puedo ver algunas anillas, entre las cuales hay varias conocidas
de anteriores visitas.
Ver a un pollito de chorlitejo
patinegro corretear por el barro buscando pequeños invertebrados para
alimentarse ha sido una inyección de alegría. A esta especie (como a tantas
otras) la hemos llevado a una situación crítica con la destrucción de sus
lugares de nidificación.
Su madre la protegía muy de cerca pero nada puede hacer contra la estupidez
humana.
Por las dunas se mueven varios papamoscas
grises, cantarines mirlos comunes,
inquietas currucas cabecinegras,
observadores alcaudones meridionales y
otras especies. En el cielo, además de los charranes en continuo vuelo de ida y
vuelta a la mar, hay golondrinas
comunes, golondrinas dáuricas, vencejos pálidos y una solitaria garza real pasa en pausado vuelo.
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