
Breve pero intenso viaje a
Bulgaria, en concreto a su capital, Sofia, y al monasterio de Rila. София
(Sofia en cirílico) es una ciudad de algo más de 1.200.000 habitantes que se
extiende a los pies de los montes Vitosha y en la que destaca la abundancia de
templos ortodoxos y edificios oficiales, muchos de la época comunista.
La catedral de San Alejandro
Nevski, construida en el siglo XIX, es uno de los mayores templos ortodoxos del
mundo, con casi 3200 m2 y la perla de la arquitectura de Sofia.
También pudimos contemplar,
entre otras, la catedral de Santo Domingo (Svetla Nedelya) cuyo primera
construcción se remonta al siglo X o la iglesia de San Jorge (Sveti Georgi),
que data del siglo IV.
Pero Sofia es una ciudad por
la que han pasado muchas culturas y prueba es que la mezquita Banya Bashi
(construida durante la ocupación otomana), la sinagoga de Sofia y la catedral
de San José están, como dijo el guía, “en lo que los búlgaros llamamos la plaza
de la tolerancia, porque están las tres religiones a un tiro de piedra, aunque
siempre hay que evitar que se tiren piedras entre ellas”.
Los edificios construidos en
la época comunista destacan por sus enormes dimensiones y frialdad, destinadas
a “empequeñecer” a quien se acercara a ellas, un truco muy utilizado por gobiernos
y religiones.
Otra visita fue al monasterio de Rila, Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO, y a unos 120 km de la capital búlgara. Se trata de una gran construcción ortodoxa entre las montañas que se remonta al siglo X y que, además de su arquitectura, alberga una apabullante colección de frescos.
Si el viajero no sufre aquí el síndrome de
Stendhal, estará a muy poco de ello.
A la vuelta a Sofia visitamos
la pequeña iglesia de Boyana, en los montes Vitosha. Sus orígenes se remontan
al siglo XI (o incluso a finales del X) con frescos del siglo XIII y
posteriores. Esto, unido a su arquitectura, hizo que la UNESCO también la
declarara Patrimonio de la Humanidad ya en 1979.
Pero, vamos ya al pajareo, al
que le pude dedicar un rato.
En Sofia hay un parque increíble,
el Borisova Gradini gradina, con 3 kilómetros cuadrados de arbolado de todo
tipo, lo que permite que muchas especies de aves vivan y se reproduzcan allí.
Hay que visitarlo, si quieres disfrutar de un buen montón de especies, sobre
todo de aves forestales y en el mismo Sofia.
En el recorrido que hice pude
anotar 32 especies, entre las que tuve la suerte de apuntar algunos “bimbos”.
De todas las especies vistas podemos destacar: pico picapinos, pico sirio, pito
euroasiático, picamaderos negro, corneja cenicienta, trepador azul y agateador
euroasiático.
Con eso ya podemos hacernos
una idea de la riqueza ornitológica de este parque, en que pajarear fue una
delicia que en primavera o en otoño debe ser ya otro nivel más.
Habrá que tenerlo en cuenta.
Nota: Sofia es sin tilde en búlgaro, por eso aparece así aquí, excepto en el nombre de la santa.
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