Hoy, sábado, el plan es
pajarear por las Salinas de Santa Pola y el sur de El Hondo así que tempranito
ya nos encontramos Toni y yo frente a la Torre del Tamarit.
Amanece sobre Santa Pola.
El Sol comienza a asomar
entre unas nubes bajas y en las salinas hay un buen número de flamencos, acompañados de somormujos lavancos, zampullines chicos. Sobre la torre las gaviotas patiamarillas vigilan como
señores feudales a los vuelvepiedras
que se mueven en su base. Una garceta
grande pesca dando zancadas, como si fuera una versión XXL de las garcillas bueyeras. Cigüeñuelas y avocetas buscan alimento al otro lado. Un grupito de gaviotas picofinas permanece
concentrado como esperando a que amanezca de verdad.
Vuelvepiedras.
En El Pinet un par de docenas
de avocetas nos recibe con elegante
indiferencia sin molestarse en dejar de remover el fondo de la salina para
buscar alimento, al igual que las pocas agujas
colinegras que se mantienen algo alejadas. Al fondo se arreglan el plumaje
para empezar el día varios alcaravanes
y canasteras. Algún vencejo pálido nos sobrevuela con su
vista ya puesta en volar al sur, llamado por el reloj de la migración. Cerca
del hostal varios gorriones comunes
van dando saltitos en busca del desayuno. Nosotros también tomamos un desayuno en el restaurante.
El cielo parece arder.
Charrán con el desayuno para su prole.
En la orilla, un par de gaviotas
de Audouin parecen contemplar el inexistente oleaje o puede que a los charranes comunes zambullirse en busca
de pececillos con los que alimentar a sus pollos que desde la isleta de la
salina no paran de pedir comida, a pesar de ser ya muy grandes. Unos pocos flamencos remueven con sus patas en
fondo para que los pequeños invertebrados de los que se alimentan abandonen el
limo y pasen a quedar atrapados en el filtro que tienen como picos. Una de
estas sorprendentes aves lleva anilla de plástico.
Flamenco con anilla.
A este mismo ejemplar lo vi el 13 de agosto en las Salinas de Calp.
De aquí nos vamos al sur de El
Hondo (Vistabella y alrededores). Las golondrinas
comunes son omnipresentes y la gran mayoría son colicortas, señal de su
juventud. También hay muchos abejarucos,
posados en los cables o volando, incluso directamente en el suelo, en busca de
insectos de los que podemos ver numerosas libélulas,
caballitos del diablo y mariposas
tigre. Menos abundantes pero también muy llamativas resultan las nomeolvides (Utethelia pulchella) destacando con su colorido sobre la
vegetación seca.
Danaus chrysippus.
Utethelia pulchella.
Los estorninos negros
hacen acto de presencia, tanto cerca sobre los cables como en la lejanía, en un
variable bando en vuelo que parece un único ser vivo. Las abubillas recorren los campos en busca de insectos, con ese aspecto
tan peculiar, acompañadas en ocasiones de lavanderas
blancas y boyeras.
Abejaruco.
Simetría a cuatro.
Llegando al overbooking.
Bolsa de estorninos.
En otro
campo, un grupito de perdices rojas
también busca alimento. De vez en cuando, levantan la vista por el paso de
algún aguilucho lagunero que recorre
el lugar después de llegar desde el interior de El Hondo, donde vuela un águila calzada. También varios cernícalos vulgares cazan por la zona.
Perdiz roja.
Conejo de monte.
Gaviotas.
Aguilucho lagunero.
Entre la vegetación canta el buitrón y el carricero común mientras que de uno de los azarbes vuelan el andarríos grande y el martín pescador, dejándose ver
fugazmente a nuestro paso. Los moritos
van y vienen y sospechamos que han encontrado un campo regado pero no sabemos
por dónde estará. Varias tórtolas
europeas, supervivientes de la media veda que acabará al día siguiente,
también aparecen y van al suelo en busca de comida. También, saliendo del
cañar, unos pocos conejos se atreven
a ponerse al descubierto. Las cogujadas comunes
cantan y se mueven por las zonas más secas mientras que las más frescas son
visitadas por la urraca. Dos garzas reales vuelan hacia El Hondo,
con ese aleteo pesado y el cuello plegado que les caracteriza.
Moritos.
Al final, cuando ya íbamos a
por un más que merecido (y necesario) refrigerio, encontramos el campo regado
al que acudían los moritos. Estamos junto a la carretera de Dolores y el campo
de alfalfa parece un mosaico blanquinegro. Moritos
y garcillas bueyeras lo tienen totalmente
copado y están pegándose un buen banquete de insectos e invertebrados. No paran
de picotear y deambular y no prestan atención al paso de nuestro coche ni de
ningún otro. Por lo menos, uno de los moritos está anillado, pero no podemos
leer la anilla.
Moritos y garcillas bueyeras en campo encharcado.
Ni se inmutan.
Los coches pasan y las aves siguen a lo suyo.
Todo un espectáculo en blanco
y negro.
También las lavanderas boyeras (no menos de 50)
están dándose un atracón. Justo al otro del camino hay un grupito de 5 andarríos bastardos que apenas
sobresalen entre la alfalfa. Después veríamos un pito real parado en mitad del camino dispuesto a tomar su parte del
festín.
Andarríos bastardos.
Lavandera boyera.
Riego "a manta".
Con eso, y con el fallido
refrigerio que al final nos podemos tomar (y que los pájaros no nos dejaron),
prácticamente ya terminamos la jornada.
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