Aprovecho la mañana del “puente” del 7 de diciembre para ir a pajarear por la Sierra de Aitana. A las nueve de la mañana ya estoy en la Font de l’Arbre. Bueno, arbre hay, pero lo de la font es otra cosa, desaparecida entre tuberías de PVC. Hace algo de viento que desaparece al poco y el termómetro marca la sorprendente temperatura (para la altitud y la fecha) de 8ºC, lo que ayuda a disfrutar del lugar.
Durante el camino de ida veo
algunas aves interesantes como una pareja de roqueros solitarios que van de roca en roca junto a la carretera.
Ya en la zona, aparecen 2 mirlos capiblancos y ya no vuelvo a
verlos. Algunos mirlos comunes si se
dejan ver con facilidad pero sus primos
del norte, no.
Los zorzales se mueven en un
nutrido grupo por los arbustos de espino albar y rosal silvestre, pero se
muestran muy huidizos todo el tiempo. Incluso a mucha distancia, se alarman y
vuelan. Identifico zorzal común, zorzal
alirrojo y zorzal real.
La última especie es la que
mejor se deja ver, incluso algún real
tiene una especial querencia por un árbol y pasa bastante tiempo en él. Incluso
si me acerco algo (poco y menos) sigue impertérrito en la rama.
Algunos lúganos pasan en un pequeñito grupo y se meten entre unos pinos. Mientras
trato de volver a verlos, descubro en las proximidades a un ejemplar de pinzón real que se mueve entre unas
ramas. Los pinzones vulgares sí que se ven con más facilidad.
También hay varios acentores
comunes por allí aunque también mantienen una gran distancia de seguridad.
La mañana va pasando y el
lugar sigue muy tranquilo. Apenas ha llegado una pareja que iba a por setas y
un par de ciclistas y todos desaparecen a los pocos minutos. El viento cesa por
completo y empieza a sobrar la ropa de abrigo.
Los zorzales siguen alimentándose en los arbustos y yo me despido de la Aitana hasta la próxima.
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