viernes, 10 de febrero de 2012

FOTOGRAFÍA, COMPROMISO Y CONSERVACIÓN


Un fotógrafo busca la belleza de diversas maneras, en diversas fases, se entrena en percibirla, en descubrirla allí donde esté.
¿Hasta qué punto puede tolerar su destrucción o permanecer impasible?

José B. Ruiz. Fotógrafo de naturaleza.


FOTOGRAFÍA, COMPROMISO Y CONSERVACIÓN

La considerada como primera fotografía fue la realizada por Nicéphore Niepce en 1826. En esa imagen, cuya exposición duró casi un día, aparecen varios tejados y un palomar de París. Ahora vamos acercándonos al segundo centenario de su invención. Pronto dejó de ser una curiosidad para pasar a convertirse en un nuevo arte y en una herramienta. La capacidad de dejar registrado en un soporte (papel, vidrio, acetato…) todo los que nos rodea permitió que no sólo la fotografía fuese una especie de notario en imágenes sino que pudiera ser también un testigo acusador de la realidad.
Gracias a la pasada labor de no pocos fotógrafos hoy podemos conocer un mundo que ya se ha extinguido. Personas, pueblos, parajes, animales, costumbres, etc. sobrevivirán al olvido porque alguien se preocupó de llegar hasta ellos con su cámara e inmortalizarlos. Aquel sencillo accionado del disparador nos legó imágenes que hoy son un tesoro porque almacenan instantes de un mundo desaparecido. 

 La fotografía es testigo de pueblos que desaparecen arrollados por el mundo “civilizado” como este miembro de la tribu Huli, del valle de Tari en Papúa Nueva Guinea. Sus tierras están amenazadas porque se ha encontrado gas en las Highlands. Un tercio de las aves ya han desaparecido. El sombrero que lleva lo hace con su propio pelo, tres meses antes de casarse. los adornos son de aves (incluidos los casuarios) y de cuscus.

Edward S. Curtis, por ejemplo, fue uno de ellos. Este norteamericano nacido en 1868 dedicó su vida a fotografiar a los últimos indios norteamericanos. No sólo consiguió preservar en imágenes (20 volúmenes con 40.000 fotografías, 10.000 grabaciones, una ópera y una película) el ocaso de la forma de vida de más de 80 tribus, sino que llegó más allá y fue capaz de mostrar el orgullo de aquellos últimos indios aún en esos días al borde de la pérdida de su identidad como nación. La obra fotográfica de Curtis, por otro lado tremendamente bella, con unos retratos y sensibilidad inigualables, es un patrimonio antropológico de histórico de toda la humanidad y está depositada en la Librería del Congreso de los EEUU.
Otros muchos fotógrafos han denunciado (y siguen haciéndolo) las injusticias de nuestro mundo actual. Guerras, hambres, persecución, enfermedad, explotación y un triste largo etcétera se asoman a nuestras vidas con esas fotografías, que nos agitan la conciencia sacándonos de nuestra relativamente apacible cotidianidad, recordándonos que la sociedad del bienestar no más que una utopía. Gracias a esas fotos sabemos de las desgracias que ocurren en nuestra mundo y muchas veces podemos identificar no sólo a las víctimas sino a los culpables. Son siempre testigos incómodos para el poderoso y la luz de la conciencia de los demás.
La fotografía de naturaleza también se aplica en denunciar aquellas tropelías que se cometen, a veces muy cerca y otras muy lejanas, pero que nos afectan a todos. Por ello, la labor del fotógrafo de esta especialidad tiene una responsabilidad moral en no sólo conseguir la imagen más espectacular y difícil sino en hacer que esa misma fotografía sirva para denunciar la destrucción de nuestro mundo. Tienen el poder de servir de punto de conexión entre la difusión y la concienciación, el conocimiento y la conservación.
La fotografía digital ha universalizado este arte. El número de personas con cámara se ha multiplicado en los últimos años. Y no pocos dedican su tiempo o parte de él a fotografiar animales, plantas, paisaje… naturaleza. El fotógrafo naturalista es siempre especialmente cuidadoso en su trabajo y nunca hará una fotografía si eso va a suponer cualquier tipo de daño para el sujeto a fotografiar sea cual sea. Antes que nada, debe primar el bienestar de aquello que se quiere mostrar. Desgraciadamente, al igual que en otros colectivos, hay quienes no entienden esto y se lanzan al monte como Atila por conseguir una buena foto. Son muy pocos y tienen asegurado el permanente rechazo de los verdaderos fotógrafos y de la sociedad. Por ejemplo, AEFONA, la mayor asociación de fotógrafos de naturaleza cuenta con un código para que las actividades de sus socios sean respetuosas con la naturaleza.

La fotografía de las aves rapaces ha permitido difundir el imprescindible papel que estos animales mantienen dentro del equilibrio ecológico. Los buitres son una especie muy especializada al alimentarse de carroñas y evitar así la propagación de epidemias. 

Sería muy triste dedicar horas y horas e invertir miles de euros para sólo elaborar un archivo de imágenes que pretenda mostrar un mundo bucólico, en el que todo es perfecto, donde nada malo ocurre y la vida natural no se ve alterada. Sería pretender mostrar sólo una cara de la moneda. Los fotógrafos, como otros artistas, cuentan con una especial sensibilidad para ser capaces de apreciar esas imágenes especialmente bellas y unos conocimientos adecuadas para saber captarlas. Esa sensibilidad debe hacer que también estén permanentemente atentos a los elementos que amenazan a esa belleza y crear una respuesta en forma de imagen que puedan mostrar y denunciar. Las fotografías nos muestran un mundo que agoniza y que va desapareciendo, como la nación india ante el objetivo de la cámara de Curtis. Esas imágenes dan fe de los hechos y  señalan a los culpables y pueden conseguir movilizar a la sociedad y obligar a los gobernantes a trabajar para impedir esos desastres. Es la aplicación de aquel dicho de que una imagen vale más que mil palabras.
No es necesario que esas fotos sean de rarísimos animales o de parajes remotos. Muy cerca de nosotros también se están produciendo extinciones y agresiones al medio natural. Unas veces son seres vivos, otros paisajes, otras tradiciones, pero siempre será la fotografía una herramienta potentísima para denunciar y conservar, eso sí, mientras queramos ejercer de testigos y denunciantes.

 
Quiero agradecer a mi amiga Olga Martínez Valebona haberme permitido amablemente publicar una de sus magníficas fotografías realizadas en su viaje a Papúa-Nueva Guinea e informarme sobre los Huili y su incierto futuro.
Recomiendo ver un resumen del trabajo de Edward S. Curtiss en el estupendo PDF que mi amigo José Carlos Robles hizo para Un año de fotografía en http://www.tucamon.es/archives/0000/1570/23_Curtis_Riefenstahl.pdf

2 comentarios:

  1. Un artículo cargado de sentimiento y razones de peso. En esa línea, es curioso, me viene a la cabeza la fotógrafa Leni Riefenstahl, criticada severamente por su obra del régimen nazi, destacó por sus magníficos trabajos sobre los Nuba de Sudán. En el año 2000 viajó por última vez al continente africano observando con tristeza como la creciente islamización los había obligado a vestirse, descaracterizando, de paso, muchas de sus costumbres, las guerras y el hambre destrozaron su cultura.

    Tal vez por eso no se me olvida su frase: «Allí donde se despliega el lado oscuro de la civilización, la felicidad desaparece.»

    Buen trabajo Elías, una delicia.

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  2. Por algo pusiste a Riefenstahl con Curtis en el mismo PDF ¿no?, porque ambos se impregnaron de esos pueblos a los que fotografiaron y los volvieron imborrables para la historia.

    Muchas gracias por tus comentarios.

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