sábado, 14 de noviembre de 2015

LA QUE LO SIGUE, LO CONSIGUE


Amanece, que para un día como el de hoy, no es poco.

Aturdidos por las noticias de los brutales atentados en París, vamos al Algar para otra sesión de anillamiento, en un amanecer que deja ver nubes, especialmente en nuestro telón de fondo, la sierra de Bérnia. 

De nuevo estamos Toni, Violeta, Marta y yo montando cinco redes al amanecer. Aún andamos colocando la segunda cuando ya nos cae una curruca capirotada en la de al lado. Toni Mulet llega y se incorpora al equipo. Nos cuenta sus andanzas por las Azores y las Berlengas, historias de pardelas, islotes y atunes. Más tarde llega Pau.

Primeras capturas con las primeras luces.

Seguimos teniendo en la lista de “pendientes” al martín pescador. Después de un año con un número muy elevado de capturas de estas preciosas aves (quizás la sequía los ha concentrado aquí), Violeta quiere ver uno de cerca. Llevamos varios intentos en los que el blauet no cae en las redes. Lo vemos y lo escuchamos, pero no se deja atrapar. Pero por algo son animales, para ser libres.

Flor de ricino.


No pasa mucho rato cuando salta la primera sorpresa. Toni aparece escondiendo lo que acaba de extraer de la red. “¿A que no sabéis qué es?”

--Un martín.
--No.
--Un mosquitero Bilistado.
--No
--Un mosquitero de Hume.
--No.
--Un unicornio.
--No.
--¿Una agachadiza?

Premio. Es una agachadiza chica. Una ave pequeña, de colores crípticos y que muy pocas veces hemos podido anillar. Hay que poner una anilla especial (tipo “1”), hecha de un material más resistente al desgaste y a la corrosión, para evitar que se deteriore en el hábitat de la especie. Tomamos los datos, le hacemos unas fotos e intentamos hacerle alguna más al liberarla, pero la agachadiza parece tener hoy una agenda muy complicada y en cuanto le abrimos la mano, vuela y desaparece entre la vegetación.

Toni con la agachadiza.


Empieza la sesión fotográfica.

Violeta...

...Marta...

...yo...

La agachadiza.

Click, click, click.

Agachadizo para fotografiar a la agachadiza.

Siguen cayendo aves en las redes. Petirrojo, curruca capirotada, curruca cabecinegra, lavandera blanca, mosquitero común, verderón común… En el cielo aparecen algunas garzas reales y cormoranes grandes. También escuchamos a los picos de coral y a los mitos.

Tomando nota. Nos acompaña un rato Juan Miguel Mayor, padre de Guille.

En otra de las visitas a las redes salta otra sorpresa: un alcaudón meridional ha caído en la red. Hay que sacarlo con mucho cuidado porque su ganchudo y poderoso pico es como para tenerlo siempre lejos de los dedos. Lo mismo hay que hacer en las tareas de toma de datos y las fotografías.

Hay que sujetarle el pico para evitar problemas.





Cae también un bisbita alpino se engancha en la red para nuestra alegría. Debate: ¿por qué decimos “el” bisbita y no “la” bisbita? Un enigma para resolver. 


Conforme avanza la mañana, las nubes van cerrándose sobre Bérnia y la temperatura sube y empezamos a pensar ya en recoger las redes. Hay que echar un último vistazo y cuando pasamos a cierta distancia, ya sin esperanzas de anillar un martín pescador, un bulto de intenso color azul metálico intenta zafarse de las redes. 

“¡¡EL MARTÍN!!"

Violeta, Marta y yo echamos a correr mientras decimos esas palabras a gritos para estupefacción de una chica que pasaba por allí y que debe pensar que somos unos fans enloquecidos de algún famoso con ese nombre. Cuando regresamos ha decidido alejarse… por si acaso.

Bajamos a saltos hasta el río por si el blauet decide irse, pero todo sale bien y pronto lo tenemos en las manos. Violeta ha conseguido lo que quería. Lo anillamos, tomamos los datos y le hacemos fotos. Las caras de felicidad lo dicen todo.

¡Hemos conseguido el martín! Caras de felicidad.

Pero es Violeta la que más disfruta.


El martín siempre sorprende.


Un azul increíble.

Hemos conseguido una buena variedad de especies, haciendo planes futuros y volvemos muy satisfechos de la jornada. La agachadiza chica, el alcaudón meridional y, especialmente, el martín pescador, han sido las tres aves que más ilusión nos han hecho.

Y es que eso, la que lo sigue, lo consigue.





Ah, pero hay más.

Cuando salimos de Altea, en la zona de Cap Negret, salta otra sorpresa. Marta ve un ave que está sobre un árbol, junto a la carretera. Es negro con un collar blanquecino: ¡un mirlo capiblanco! Ni nos hemos fijado en qué árbol estaba para poder decírselo por teléfono a Toni. Increíble.

Mirlo capiblanco en Aitana.

El equipo de hoy.

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