viernes, 22 de julio de 2016

LA GALEA Y BILBAO




LA GALEA
Al día siguiente de la salida marina, nos vamos a la orilla opuesta de Santurtzi. Queremos hacer una ruta por la zona de La Galea, en Getxo. Se trata de un itinerario muy utilizado por el público que discurre junto a unos elevados acantilados de rocas blancas, con gran interés geológico y paisajístico.

Los blancos acantilados de La Galea.

Tres tipos de barcos.

Aerogeneradores a la salida del puerto.


El primer elemento que nos encontramos es el molino de Aixerrota, construido en el siglo XVIII y un poco más adelante los restos del fuerte de La Galea, del mismo siglo. El viejo faro se levantó en torno a 1782, encendiéndose fogatas en él para advertir a los navegantes. El faro nuevo es de mediados del siglo XX.

Molino.

Fuerte de La Galea y faro antiguo.


Faro nuevo.


Entre la vegetación vuelan aves como el verdecillo, el colirrojo tizón y el gorrión común. Más altos, vencejos comunes y aviones comunes se dedican a la captura de insectos voladores.

Achicoria.

Verdecillo.

Brezo.

Colirrojo tizón.

Gorrión común buscando entre desperdicios.


Surgiendo de los acantilados aparecen un par de cernícalos vulgares que vigilan la zona en busca de presas, bien en vuelo o posados en antenas y tejados. Incluso sobrevuelan largos tramos de mar, compartiendo el aire con gaviotas patiamarillas. Resulta curioso verlos en ese medio.

Cernícalo vulgar.




También encontramos mariposas e insectos que aprovechan las flores para alimentarse. La temperatura les hace estar muy activos y cuesta hacerles alguna foto o, directamente, es imposible conseguirlo.

Melanargia galathea.

Thalera fimbrialis.

Vamos asomándonos a los acantilados que caen al mar mostrando cómo los elementos han ido forjando su aspecto. En este lugar aparece claramente lo que los geólogos llaman flysh. Se trata de un conjunto de rocas sedimentarias que se componen de capas alternativas de elementos más duros y otros más blandos. Eso hace que la erosión actúe sobre las rocas más blandas hasta hacerlas desaparecer y deje las más duras menos afectadas, provocando un paisaje peculiar.











Helecho.


A hacer fotos.




La playa de Aizkorri y playa Salvaje aparecen como medias lunas de arena en este paisaje vertical. Acabamos nuestra ruta regresando a Getxo y, de ahí, a Bilbao.




BILBAO
No estaría bien pasar por aquí y no probar el marmitako. Vamos para el Casco Antiguo y comprobamos que hemos hecho muy bien con esa decisión. Después de comer, damos un paseo por esta ciudad. Inevitable acercarse al Guggenheim, con el florido perro Puppy en su acceso, objetivo de centenares de miles de fotos. Mientras, en la ría, se celebra una competición femenina de traineras.

Puppy.



Caras de esfuerzo.


Visitamos La Alhóndiga, una construcción de 1909 que alberga en su interior a otras construcciones más modernas. Tampoco el estadio de San Mamés se escapa, aunque solo podemos acceder a la tienda y a los exteriores.

La Alhóndiga.



También vemos otros puntos que también habíamos ya visitado con anterioridad y otros nuevos como la estación del ferrocarril. Esta ciudad tiene muchos rincones para ir viendo.

Catedral de Bilbao.









En el exterior del Museo Marítimo podemos ver la exposición fotográfica de nuestro amigo Gorka. Allí hay imágenes de los animales que ha ido encontrando en sus múltiples salidas marinas. Tortugas, zifios, alcatraces o rorcuales aparecen en fotos de gran tamaño, mostrando la fauna marina de la zona.




Otros rincones también llaman nuestra atención pero la hora de la salida del vuelo de regreso se acerca y hay que ir al aeropuerto. Nos queda la confianza en que pronto volveremos.











No hay comentarios:

Publicar un comentario