La mañana del día 24 estoy por
Fontanars dels Alforins. El cielo está muy nublado y aunque no estaba por allí
para ver pájaros es inevitable fijarse en ellos. Veo dos cernícalos primillas y algún otro cernícalo más pero que no
puedo identificar. Un busardo ratonero
vuela lejano y por todas partes hay veloces golondrinas comunes. También puedo anotar terrera común cogujada común y escribano triguero.
Por la tarde vamos al Hondo. Al ver cómo está el aparcamiento del centro de interpretación parecía que iba a estar a tope de gente pero, al final, no es tanto. Fran Lucha y su empresa Oxitours tienen a un grupo al que están explicando temas del parque.
Entre las primeras especies que anotamos está la focha moruna, de la que no vemos a ninguna con collar.
La gran (grandísima) sorpresa
de la tarde sucede a mitad de la pasarela que cruza la primera laguna.
Escuchamos tres veces el inconfundible canto de un avetoro común. Es como si soplaras por la boca de una botella, una
especie de mugido grave (de ahí lo de avetoro) que resuena entre la vegetación.
Si no hubiéramos visto ya nada más, nos hubiéramos ido tan contentos.
Vemos a sus parientes garza real, garza imperial, garceta común,
garcilla bueyera, garceta grande, martinete, avetorillo y morito. Nos
quedamos sin ver a la garcilla cangrejera para completar la colección.
Pero hay más especies. Resulta
muy agradable ver hasta 23 cercetas
pardillas al pensar en cómo están en peligro de desaparecer y porque son
unas aves preciosas. Verlas en parejas y pequeños grupitos es una delicia.
En el cielo hay centenares de golondrinas comunes, aviones comunes,
golondrinas dáuricas, vencejos comúnes, vencejos pálidos… todos volando
mezclados y por la porción de cielo donde quieras mirar.
También los fumareles cariblancos se ven en
abundancia posados o volando a ras de agua. Los flamencos rosados emiten su característico rebuzno mientras enroscan
sus larguísimos cuellos para rascarse la espalda o echar una cabezadita.
Las cigüeñuelas comunes vuelan entre agudos chillidos, echando de su
territorio a toda otra ave que se acerque. Las avocetas comunes están más tranquilas y también pasan por las
orillas o en vuelo.
Hay un constante fondo musical por parte de los carriceros comunes y, especialmente, por el ruidoso canto de los carriceros tordales, poniendo la guinda el cetia ruiseñor.
Los zampullínes cuellinegros exhiben sus mejores galas, haciéndonos disfrutar de su observación.
Una tarde magnífica, que se
cierra con 54 especies.
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