El 23 de octubre del año pasado, observé en el Cabo de las Huertas un vuelvepiedras euroasiático al que le faltaba parte de una pata. A pesar de ello, tenía un aspecto estupendo y se movía de un lado a otro junto a varios más de su especie. La diferencia era que, en vez de correr, daba saltitos, y que parecía tener menos miedo a la presencia más cercana de personas, quizás demasiado poco miedo (juzgad al ver la foto).
A los perros sueltos (mal hecho
por parte de sus dueñ@s 😡) les
tiene el mismo pavor que el resto de aves.
Ese invierno, lo vi varias
veces más por la zona, haciendo esas cosas que hacen los vuelvepiedras para
alimentarse y que llevan en el nombre: mover todas las piedrecillas de la costa
para buscar comida.
Con el fin del invierno
partiría hacia el norte, donde nació, probablemente Islandia, Groenlandia o
Escandinavia. El vuelvepiedras muestra un declive
poblacional en Europa, como desgraciadamente le ocurre a la mitad de todas las
especies de aves del mundo.
Ayer lo volví a encontrar exactamente en el mismo sitio, con tan buen aspecto como hacía un año y sin parar de buscar (y encontrar) alimento. Sin duda, alegra saber de nuevo de las mismas aves, tanto tiempo y tantos kilómetros después. Y más en esas condiciones.
La falta de parte de una pata
no debe hacer nada fácil la vida para un ave así que nidifica en la región
ártica y que inverna tan al sur como Senegal.
¡Mucha suerte!
También anotar que han
aparecido ya los aviones roqueros en
La Almadraba. De momento son solo 15, pero pronto se juntarán muchos más al atardecer.
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