Estamos en fechas en las que
es posible ver a la vez aves migradoras, las primeras invernantes o las últimas
estivales, además, por supuesto, de las residentes.
El pasado día 6 di un paseo
por el Cabo de las Huertas, concretamente en la zona de Cala Cantalar, y aunque
el objetivo por una vez no eran las aves, no pude dejar de hacer algunas
observaciones.
Un par de cernícalos vulgares se mueve por la zona pero son acosados
continuamente por las urracas. Los
córvidos son muy pertinaces y no dejan a las rapaces ni un segundo.
Por las zonas más rocosas se
mueve una pareja de collalbas negras.
Una de ellas lleva anilla de PVC y otra (al menos) metálica. Probablemente sean de las marcadas hace un
tiempo por Cristian Pérez.
Currucas
cabecinegras y alguna carrasqueña se dejan ver pero el
viento no permite hacerlo a conciencia.
Un alcaudón meridional vigila desde lo alto de un matorral, atento a
cualquier presa.
Al día siguiente voy por la
zona del faro, donde Jana vio unos días antes a 3 ejemplares de correlimos gordo. Al día siguiente,
Miguel Ángel Andrés vio 2 y yo, sí, efectivamente vi solo uno. No paraba de
alimentarse en los esteros, rebuscando bajo el agua o en las orillas.
El correlimos gordo es
considerado un migrante escaso e invernante raro en la Comunidad Valenciana
(Anuario Ornitológico de la CV).
¡Qué curioso ver en el mismo
lugar a la collalba negra, tan típica de zonas pedregosas y secas y al
correlimos gordo que se reproduce en el ártico! Dos aves tan distintas y casi
juntas en el Cabo de las Huertas.
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